domingo, mayo 06, 2007

Fatiga Anunciada

Está bastante enrarecido el clima político nacional por la cantidad de problemas sin solución existentes, pero sobretodo por la notable evidencia de descomposición de la clase y élite política asociada al mundo de los negocios, económicos y financieros en lo que resulta ser una suerte de oligarquía cada vez más anudada a compromisos familiares y nepóticos, sumada a la dificultad de definir y ejercitar un rediseño de recomposición o recambio generacional tecnocrática y profesionalizada a nivel de la concertación, por una parte y, a una escalada de la derecha presente en los medios de comunicación y en la opinión pública en una suerte de incontinencia ansiosa por rayar la cancha, dado que, la misma está vacía o ¿llena?. Es como si el rey estuviera desnudo pero sobresaturado de desnudez.
A los problemas coyunturales y arrastrados como el Transantiago, las muertes de Aysen, los trabajadores forestales, las renuncias de variado tipo sumado a leyes que no se aprueban en el senado y que muestran una cierto nivel de desconcertación y de polvareda que como nunca, no termina de descender y al parecer cada día se le agregan más detalles, se alían, una cierta meridiana claridad que el modelo de libre mercado no resolvió, ni resuelve ni resolverá el problema del desarrollo sustentable ni re distributivo que necesita Chile en el presente ni mucho menos en el futuro.
Se agrega a lo anterior la idea a nivel de la sociedad civil, de que el crecimiento por sí solo no resuelve la desigualdad, ni la equidad ni mucho menos la paridad, así como que el dinero generado producto de la alza del cobre no debiera mandarse al extranjero para entregarlo sin uso, sin aplicación a que se generen dividendos o intereses a largo plazo. En este contexto, cuando no existe una propuesta al menos existe una pregunta en relación a quehacer con el mismo que no concuerda con lo que señala la Hacienda pública.
En efecto, si se entiende que esta es una “ventana de oportunidad” que ha llegado, debería buscársele un destino de inversión acorde sobretodo a nivel de tecnología, conocimiento e investigación lo cual supone pensar y poner al tapete por enésima vez el asunto educacional en relación a lo que Chile necesita, y por lo tanto, supone arriesgar en el diseño una propuesta que no contemple guardarse todo el dinero para el ahorro conforme a los tiempos antiguos “para cuando lleguen los tiempos de las vacas flacas”. Tampoco se trata de entregárselo a los grupos económicos más consolidados para que sigan ganando más sin distribución, ni paridad. Y por cierto en este escenario, las propuestas de profesionales sin intereses familiares parentales y políticos comprometidos, desde fuera de la oligarquía que gobierna, no aparecen con voces lo suficientemente fuertes como para que se amplíen en anclaje y adhesión popular.
Mientras, un raciocinio meridianamente congruente permite observar que la clase política va cuesta abajo en la rodada, no genera confianza, ni bases de gobernabilidad, y a modo de “revival” repone la emergencia de una mentalidad conservadora a nivel financiero que tiende a usar las viejas tesis del desarrollo de la escalera, y no profundiza en desarrollo conforme a la profundización de la libertad conforme a los derechos ampliados, ni a un desarrollo desde el Sur.
Es más pareciera ser que en la elite no hay ideas, y que la descomposición o fragmentación deja al descubierto cada día precisamente los grandes negociados y cuestiones relativas al poder en que están metidas las grandes familias partidarias y dentro de las mismas las tendencias, que por cierto son también las más de las veces “parentales”.
Por otra parte, el desorden es tal en términos de sucesión política, que un sector de esta oligarquía, la que controla la opinión pública asociada a los medios de comunicación y a las empresas de investigación que hacen seguimiento, como no tienen temas de fondo o de país, buscan a modo de entretención con encuestas cada mes o cada semana construir liderazgos fatuos para ver si la ciudadanía “engancha” con uno u otro candidato a modo de querer ya definir y organizar el futuro político. Se trata del control de la fatiga en el uso y abuso de las tecnologías de la información que buscan proponer un diseño de futuro político dado que no existe o no lo hay.
Es tal la desesperación porque aún no surge el sucesor de Bachelet que van y vienen, del pasado y al pasado reciente, buscando, hurgueteando en los laberintos de las salas de vestuario, en la escenografía, cual sería la mejor ocasión copiada de simulacro para el lanzamiento de tal o cual zutano o merengano. En verdad, durante el proceso electoral pasado descubrieron que podían imponer y dirigir las propuestas de candidatos por control remoto a 1 año y medio de las elecciones. Y ahora como son cuatro años de duración del periodo presidencial, comienzan con 2 años y medio de antelación a jugar para controlar el proceso de selección de la ciudadanía. Resulta por cierto tan feo, tan impúdico, mal oliente la compulsión de la élite al tratar de meter o inducir una selección, que por cierto, cualquiera mortal percibe que la intención es otra, o por lo menos sospecha que no quieren que cada quien viva el presente y autodetermine su conciencia cuando corresponda.