domingo, junio 07, 2009

Chilito, ¿cuanto te quiero en el 2.009?


Hace tiempo que nos venían diciendo en el futuro plus cuan perfecto que vivir en democracia supone el riesgo, la complejidad, la incertidumbre. Pero nosotros/as en el Chilito del tiquitiquiti, el vino tinto, el queso o la empanada, también ese de la wisquierda habíamos dado como por sentado que de ese virus estaríamos curados. Y no fíjese.
Divertido, entretenido, estimulante, apanicador y aterrador, para otros/as, lo cierto es que vivimos un futuro incierto en términos de gobernabilidad política para el próximo año y al menos los 4 que vienen por varias razones.
En muchos casos nuestros trabajos están en administraciones municipales y/o nacionales públicos. Y los alcaldes recientemente electos no saben con que administración del Estado – Nacional tendrán que trabajar el próximo año al menos a nivel de regiones. Y si los acuerdos serán respetados. Esto sin considerar aún los efectos de la crisis de la globalización que al parecer se tiene regulada en su impacto financiero y social - salud.
Las candidaturas parlamentarias decididas por las élites partidarias aún no han sido confirmadas por el comité central ni por las directivas de los partidos políticos ni de la concertación, ni de la alianza. Aún no tenemos candidatos/as confirmados de postulación que irían en la plantilla. Todo aquello porque al parecer tendremos varios candidatos presidenciales inscritos en la papeleta y los militantes andan medio perdidos, no saben a quien apoyar. Sobretodo en la Concertación, el Juntos Podemos, la DC y porque no decirlo el PPD. Si ya llega a ser cahuin farandulero de opiniones con recetas a cerca de lo que hay que hacer o dejar de hacer con la candidatura de los Enríquez-Ominami en la política y los apoyos o logros conseguidos.
Frente a los hechos, ríndete. Nada quehacer. Sin anestesia a vivenciar la incertidumbre. En verdad en este contexto, las confianzas también tienden a moverse de lugar y de espacios, se mueven, sobretodo la de los empresarios y la de los jóvenes que por una disposición de edad son más plásticos y dinámicos, más favorables a la flexibilidad y la apertura que requiere el riesgo democrático. La osadía, la valentía esta en alza.
Por esto y en un horizonte de muestreo comunicacional, algunos detalles que se podrían explorar son las formas de construcción de la paternidad, de la masculinidad, de organización de los procesos de trabajo, de distribución de responsabilidades al interior de la sociabilidad más cercana de los candidatos así como su forma de construir liderazgo y equipo. Es interesante saber como viven su humanidad, ¿de que se alimentan?, ¿cuánta agua consumen?, ¿Cuánta energía?, ¿en que ocasiones encienden velas? En fin, más allá de la farándula y orientación hacia el consumo doméstico, enfatizar y poder apreciar detalles como de “novela de las 20.00 hrs” para aumentar el rating, la performance y la participación ciudadana, así como profundizar los cuestionamientos acerca de los estilos de vida y si los mismos se acercan a criterios de desarrollo auto-sustentable.
Sin embargo no todo es de leche y miel. Además de las confianzas, también se movilizan miedos, odios, ciertos resentimientos de afectividad no elaborada sobretodo en aquellos que han dejado familias partidarias y se han trasladado a nuevos referentes sociales y políticos. Ese clima de odiosidad en las conversaciones, esa hostilidad en la opinión pública hacia aquellos/as que no quieren votar por tal o cual candidato, o mostrar intención de voto, de apoyo a un candidato que es y ha sido considerado el adversario durante por lo menos los últimos 50 años también se está dando y resulta comprensible solamente como un enclave autoritario presente en la argumentación. En efecto, la democracia y su capacidad de construir reflexividad en términos comunitarios, así como su forma de definir virtud en un sentido ético no pueden ponerse en juego. Y cuando eso se hace con epítetos como ¡traición!, quiere decir que hay déficit de tolerancia, pérdida de samaya como dirían los budistas porque lo que sale de la boca hacia ese ser que es o fue miembro de la comunidad es una palabra poco compasiva por decir lo menos. En lenguaje político, más allá del desafecto hay problemas en la convivencia cívica. Algo del tejido social se agrieta.
Por eso la confianza en la ciudadanía y su sabiduría para decidir su votación es clave. Esto además porque el sistema político tiene que ser capaz de hacerse responsable de la votación de casi cuatro millones de no inscritos en los registros electorales. Más aún si son jóvenes en el sentido generacional. Es esa cultura política la que mostrará una transformación en la tendencia de voto, y es su incidencia en la gobernabilidad lo que debería manifestarse o expresarse. No me cabe duda que a nivel regional hay profesionalismo, capacidad de gestión suficiente para ese empeño. También a nivel nacional. Por eso cuando se dice que Enríquez Ominami no tiene parlamento, ni gobernabilidad para administrar el Estado, lo que se dice es que no hay ciudadanía joven capacitada para aquello. Aquí no solo se equivocan sino que además eso resuena como rechazo anticipado hacia quienes lo apoyan en la búsqueda de firmas. Y refuerza el proyecto, en el sentido de la inscripción para hacer gobierno y generar el recambio de una elite que no escucha, se pelea entre sí y además pierde el rumbo en torno a si misma como “comunidad”.
Hay gente para renovar el parlamento, sin embargo la élite política no quiere hacerlo. Y no quieren hacerlo porque tienen comprado el asiento senatorial o el de la cámara con el binominal o andan buscando imponer encuestas piñuflas o trucadas con criterios de selección o designaciones a dedo. En la antesala, se espera a saber que sucede con las candidaturas parlamentarias de los presidenciables que van por fuera de las dos grandes coaliciones. Se espera a saber si además de las firmas para la inscripción existirán listas paralelas. Esto es, juguemos al riesgo. A danzar con la realidad.
Más en concreto, cuando se dice que Enríquez Ominami es también oligarquía y que junto a su padre mantienen un comportamiento díscolo ante el PS y la concertación surgen variadas formas de interpretar ese posicionamiento. Entonces la complejidad del proceso que se experimenta se abre más aún en términos de definiciones. Y nuevamente soltar, amar la incertidumbre, sumado al tener confianza es lo más adecuado.
Por todo lo anterior finalmente, quien ama la democracia aprenderá a amar la incertidumbre y vivir tiempos inciertos, ojala pueda casarse con ella, aunque sea bígama, practique la poligamia y sea un poquito promiscua con condón claro está, es decir, con ciertas protecciones y cuidados. Todo ello porque en verdad, la derecha política estancada en tormo al 38% no tiene garantizado tampoco el triunfo. Y por cierto, algunos jóvenes pueden irse movilizando cada día más hacia la oferta generacional Enríquez Ominami en la medida que consiga constituir “ethos” a nivel de las regiones y de la nación. Un ethos que incluya propuestas, proyectos además de candidatura.