sábado, marzo 21, 2009

Los vaivenes de los candidatos presidenciables y parlamentarios terminaron con- mi- go-go



Aunque ya en diciembre del 2.008 muchos analistas políticos y la ciudadanía preveían la bajada de Ricardo Lagos primero y de José Miguel Insulza después, mi reflexión fue absorbida por el voluntarismo político y un excesivo subjetivismo impidieron efectivamente analizar los comportamientos de ambigüedad presentes, y obnubiló precisamente la capacidad de visión, impidiendo emitir juicios realistas y la reconstrucción de escenarios y actores políticos que se ajustaran a los acontecimientos presentes y futuros, que por cierto hoy día, implican considerar en principio la candidatura de Eduardo Frei, la “insólita” opción y preferencia de las dirigencias de los partidos progresistas como el PPD y el PS por el mismo candidato, la realización de primarias al interior de la Concertación con el candidato Juan Antonio Gómez del PRSD sin la posibilidad de jugar con otra posibilidad como la de Marco Enríquez Ominami, y la secuencia de candidaturas paralelas de las cuales ninguna consigue aunar fuerza electoral desde la izquierda y el progresismo sumados al Juntos Podemos.

Cuando esto sucede el silencio es la única actividad posible por un "tiempo razonable". Desde Enero hasta Marzo, y lo más probable que se mantenga durante la mayoría del proceso eleccionario que culminara lo más probable en segunda vuelta presidencial. Silencio político a manera de ostracismo y construcción de paralaje político porque se cometió un error en el sentido de mezclar: a través del análisis y construcción de opinión la anticipación de posibles hechos del futuro político junto con construir un orden favorable a la adhesión, a la propia credibilidad y la de otros en orden a apostar a un determinado liderazgo. Y esta mezcla fue la que no dió resultado, no permitió ver con claridad y tuvo como resultado el fracaso de una apuesta. Se quebró la búsqueda intencionada desde la voluntad por generar un orden en torno a una candidatura. En efecto, buscar sumar adhesiones a la candidatura de José Miguel Insulza y su posterior bajada fue un golpe bajo en el sentido que generó un quiebre a la continuidad de ese sentido forjado, generó frustración, desamparo, poca credibilidad, desconfianza al interior del escenario político favorable a su campaña en general, y desde el punto de vista del diseño de posibilidades del juego político de los actores asi como de las opciones elaboradas y en elaboración por la ciudadanía.
En este contexto, la opinión pública política y el ánimo de muchos y muchas se fueron de vacaciones sin ningún interés de comprometerse con una producción de discursividad en torno al orden social y su reproducción porque no hay ordenamiento y sentido en términos de coordenadas sociales evidentes de suyo en términos de futuro gobierno. Y porque además se produjo un cierto desgaste asociado a una desmotivación por la impropia forma de proponer/imponer sentidos de articulación. Lo que haya y hay lo construyen otros, la élite resuelve quienes son los candidatos en un diseño de temporalidad que no contempla a la ciudadanía ni las transformaciones que el sistema electoral y político requiere y necesita. El tiempo/espacio de la política se ajustan al pragmatismo y las utopías y sueños se colocan en el perchero del recuerdo. Todo ello sin rotular los efectos que la crisis del sistema financiero global pueda tener sobre la esfera política local durante este año de elecciones. Todo ello porque la cultura de gobierno oligarquica busca colocarnos en unas coordenadas de comprensión "insoportables" a 20 años de gobierno de la Concertación.
El silencio tiene sentido si efectivamente sitúa en un entre paréntesis las opciones para ver si se alcanza a proveerlas de significación durante el proceso de campaña más allá del eje imposición/acatamiento que acomoda a la lógica partidaria y al sistema binominal.
El silencio tiene sentido si, como puede ocurrir dados los plazos, no se encuentra ni se teje significación al proceso de campaña electoral en ninguno de los postulantes tanto a la cámara alta, baja y presidencial. De hecho en la repetición obsesiva de candidatos después 19 años al parlamento claramente no hay significación democrática sustentable, más bien se trata de una enfermedad oligárquica de la democracia actual.
El silencio no daña y puede ser un catalizador de conciencia crítica.
El silencio puede ser una forma de escuchar lo que efectivamente la ciudadanía desea y promete escoger.
Por eso, a transitar por el silencio… hasta que vea y descubra que hacer con mi voto.