miércoles, septiembre 07, 2011

: : DOXA : :: Comentarios sobre la Encuesta Adimark Agosto 2011-09-07

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Comentarios sobre la Encuesta Adimark Agosto 2011-09-07

Comentarios sobre la Encuesta Adimark Agosto 2011-09-07 www.adimark.cl Si se entiende que Adimark es una empresa de opinión asociada a la derecha política y económica del país, y por lo tanto al gobierno de S. Piñera, se podría pensar que han buscado suavizar los resultados de la encuesta que le sigue siendo desfavorable al gobierno y a la conducción del presidente. Independientemente de las molestas comparaciones, recuperada la democracia e instalados estos sofisticados instrumentos tecnológicos de medición de la opinión y de la adhesión ciudadana ningún gobierno había tenido hasta ahora tan baja evaluación. Ahora si para ayudar a comprender esta situación representada en la figura presidencial, se le suma el hecho que la estima o afecto es muy bajo hacia el sistema político que gobierna, es decir hacia por lo menos dos de los tres poderes del estado: legislativo y ejecutivo, entonces, lo que se puede decir es que el deterioro y el colapso es generalizado, y debería buscarse una salida más amplia antes que se socialice o si se prefiere se ilegitimice, más aún, el desgobierno personalizado en el actual mandatario. A esto se le agrega además, el hecho que las dos coaliciones políticas: Coalición por el Cambio (sustento del actual gobierno) y la Concertación (oposición al gobierno) están por 4 a 5 % de diferencia en una también deslegitimidad y caída absoluta. Dicho esto de manera general, entonces lo que se aprecia es la existencia y manutención de un problema serio de gobernabilidad, de confianza y de continuidad de la oligarquía democrática que está en el poder político desde 1.990. Y considerando esta cuestión lo que debería ser un consenso a estas alturas para la misma, es que deben presentar al país, a la brevedad una propuesta de transformación, de conducción y de gobierno antes que la degeneración y la ausencia de reproducción del orden constitucional definitivamente nos lleve al colapso. En efecto los datos muestran que hay un aumento leve de los niveles abc2 y abcc3 en la desaprobación del gobierno, o sea, las clases medias; que es más o menos parejo en promedio entre hombre y mujeres entre los 18 – 55 años. Muestra que sube un 6% desde julio pero que desde que comenzaron las movilizaciones en general y estudiantiles la progresión ha sido sistemática. En este sentido, lo diferente es que esta vez, es que sube la mala evolución en los adultos y adulto mayores 56 y más años de edad que era un nicho donde se habia mantenido un nivel en torno al 50%.

Alguien y con razón podría decir que no se sabe cuales son el conjunto de significados asociados por los encuestados de cara a la pregunta sobre la forma como el gobierno desarrolla su labor, pero al menos hay claridad en que, no son significados concentrados en la exclusiva figura del Presidente, sino que dicho desarrollo contempla a todos sus ministerios y por cierto el resultado es de un altísimo 70% de desaprobación. Ahora bien, asociado exclusivamente al presidente están sus atributos para gobernar y en este esfuerzo claramente repite de curso porque: no es respetable, los chilenos no lo quieren, no es creíble, no cuenta con liderazgo y no genera confianza. Ahora esto se complejiza porque son características que no se adquieren de un día para otro, de un mes para otro. Ni tampoco requieren de un golpe de timón, de suerte que un par o tres acciones puedan generar un cambio drástico en la población para modificar estas percepciones tan arraigadas, porque en efecto, la mayoría de ellas se vienen ya perfilando en varias encuestas anteriores.

En concreto, a la luz de los datos de los meses anteriores, en todos los atributos el presidente baja. Es decir, en este mes agosto, al parecer se acentúo su caída. Y entonces suponiendo el posicionamiento de la empresa Adimark comentado inicialmente, esto puede ser el envío de una potente señal que contiene un regalo al gobierno. Esta señal sería en una lectura gruesa: “estás en lo más bajo en popularidad y niveles de adhesión, es lo más bajo que puedes caer, por lo tanto de aquí para adelante, lo único que te queda es mantener o subir. Y claro está: ningún hecho social puede hacer que se esté más bajo porque los movimientos sociales ya se han desarrollado, se han desplegado, los conflictos ya están en curso y septiembre serían meses de soluciones, de posibilidades de arreglo, acuerdos o simplemente de gobernar más de lo mismo”. En este mismo sentido, administrar más de lo mismo, sería insistir a nivel promedio con la delincuencia, insistir a nivel promedio con la educación, insistir a nivel promedio con el transporte público e insistir a nivel promedio con la descentralización del país. Es decir, asumir como política de comunicación que hay que continuar con la saturación del umbral perceptivo de la gente en esos mismo nichos informativos.

Y en este contexto, donde se le podría echar más pelos a la sopa para acentuar a la baja de septiembre sería en corrupción de organismos del estado, en la situación de la salud donde por cierto el gobierno aún se mantiene por sobre el 25% de aprobación. También en faltar a los compromisos sobre el apoyo a la reconstrucción donde se observa una suerte de aumento del gobierno en un 3% pero que si no se capitaliza y vuelven aparecer manifestaciones de damnificados en torno a esta situación, bien podría ser que se cayera de nuevo y aún más. En este mismo sentido es afirmar que: si no se aprovechan los meses de primavera y de verano para la reconstrucción, sumados a todos los problemas que ya señalamos pero principalmente el de educación, el próximo año de cara a las elecciones municipales va a ser un año perdido y un caos. Pero hay más, en relación con los ministros, aunque todos son evaluados en su trabajo, comienza a aclararse que no todos son presidenciables, y que el nivel de recordación y/o de identificación no sostiene un liderazgo con trayectoria ni proyecto. En ese mismo contexto se observa que la Ministra del Trabajo tiende a consolidar su presencia, liderazgo y posicionamiento. Aunque este mes de septiembre puede bajar por su política de confrontación y hostigamiento a los empleados públicos ante el llamado a paralización. A la inversa, dada su exposición y cercanía a la ciudadanía por la situación ocurrida en la isla de Juan Fernández, es probable entonces que el Ministro de Defensa en septiembre también consiga: reposicionarse, liderar y subir. Finalmente y ad portas de una catástrofe financiera y productiva de las universidades de la Confech a nivel regional, de las cuales algunas de ellas declararan cesación de pagos y que no podrán cerrar sus semestres en octubre, lo cual acarrea cesantía, y baja en el consumo precisamente de las capitales de cada región que las sostienen. Ad portas de un año académico y en materia educacional “improductivo”, nos aproximaremos hacia el fin del año con una alta desmotivación de parte de las familias que han absorbido económicamente las movilizaciones. Efectivamente entonces, septiembre será un mes clave de mantenerse este ánimo, si el gobierno evalúa estos mismos datos como indicadores de una caída por el precipicio, esto lo puede llevar a acentuar la percepción de derrota anticipada, y a precipitar un estado de descomposición social mayor que lo llevará a elevar los niveles de represión, aumentar los indicadores de delincuencia y acentuar el clima de conflictividad y agotamiento. Por otra parte, un cambio radical en la evaluación del gobierno de parte de la ciudadanía ya no es posible. No hay golpes de suerte radicales en esto. Lo único que se puede planificar es un aumento lento, que implique, involucre: decisiones, elecciones sin ambigüedades de la mano del presidente de aquí a diciembre, que inspire al gobierno en la sospecha que puede tener mejores resultados en las elecciones municipales. Y para ello, le quedan septiembre, octubre y noviembre. Si consiguen en estos tres meses subvertir el clima de deterioro y descomposición política instalado, bien pudiera ser que los chilenos celebráramos fiestas patrias y nos encaminásemos hacia fin de año con la sensación de haber recorrido un camino que valió la pena durante los primeros meses del año.

martes, marzo 01, 2011

Ese Desencanto llamado Democracia


Durante la década de los setenta y ochenta no nos gustó la dictadura o los gobiernos burocráticos militares, entonces nos organizamos y luchamos para reemplazarlos por la democracia porque considerábamos que era una forma superior de gobierno. Una expresión más civilizada de participación social. A 20 años de instalación de sucesivos gobiernos democráticos experimentamos un desencanto profundo y un desafecto de la misma. Aunque consideramos, en comparación, que sigue siendo mejor que la dictadura, nos hemos ido alejando de la gobernabilidad que nos ha propuesto sea como forma de representación y selección de los líderes o dirigentes o elite, como vivencia de la integración social, como experiencia de la equidad distributiva de los ingresos, de lo que sea la encarnación de la justicia social, de la participación, la pertenencia y la cohesión social, sea finalmente como evacuación de políticas públicas. Al punto es así, que el desencanto hacia la democracia nos está llevando como sociedad hacia un descentramiento de la vida ética y de los principios de mínimos y máximos que debieran orientar nuestra vida en comunidad.

De algún modo hemos ido detectando en la construcción de la distancia y el desafecto que quienes deberían preocuparse de nuestro bienestar, es decir, los gobernantes en su amplia acepción, no lo hacen, no lo vienen haciendo, demoran el logro de la solución de nuestros problemas, y que el sentido general de protección del medio ambiente, del entorno donde vivimos, de la cultura que necesitamos para sobrevivir y que desarrollamos no nos genera paz ni afirmación desde la propia existencia humana.

No queremos volver a la dictadura, pero esta democracia que se disloca fácilmente hacia la corrupción del sentido del dinero y de la riqueza, que se disloca en el entendimiento de lo que es la participación y la preocupación por el Bien Común con la consecuente perdida y desubicación del quehacer de quienes han sido electos para liderarnos, nos viene generando en la subjetividad una sensación de término de momento histórico en términos humanistas, ya que no se hace evidente ni comprensible el sentido constructivo racional, ni civilizatorio ni evolutivo de nuestras formas de organización ni del tratamiento que le estamos dando a nuestro entorno en lo local y al planeta. Esta inflexión dicho sea de paso, implica comenzar a diseñar una nueva visión no solo de gobernabilidad sino de gobernancia que por cierto debemos construir entre todos y todas. Se trata de una noción de gobernancia que indudablemente cuestiona los cimientos del ordenamiento político vigente principalmente construido desde la ego- manía, la neurosis y porque no decirlo el consumo, el materialismo exacerbado, la instrumentalización de las relaciones en el contexto de la globalización.

Sin embargo, la precariedad y la vulnerabilidad de la actual democracia radica preferentemente en la pérdida de vínculos genuinos, auténticos, entre quienes son electos para gobernar y sus electores. La democracia se hace cada día mas inestable precisamente porque aumenta la distancia social, aumenta la desconfianza en los gobernantes, aumenta la falta de credibilidad en sus formas de ejercer liderazgo porque la ciudadanía palpa la falta de un genuino interés y preocupación por ellos y ellas, todos los miembros de una comunidad, nación. Es cierto que esto es la oligarquización de la democracia, sin embargo, aunque sabemos nombrarla no tenemos para ella antídotos precisamente porque los propios integrantes de este proceso no están capacitados para verse a si mismos en esta contradicción. En verdad, están encerrados en su propia constelación como en el reino de los dioses o semidioses.

Por otra parte, no existe peligro de involución hacia formas de gobierno autoritarias y represivas sustentadas en el dominio de la fuerza militar o ideológica conservadora, pero tampoco existen caminos para avanzar hacia una forma de organización política centrada en el bienestar común que ponga el acento en la autenticidad, en la cooperación, en la integración, en el conocimiento y la sabiduría. En este contexto entonces, tampoco sabemos cuales serán las formas de detectar nuevos liderazgos ni como deshacernos de aquellos que nos suenan a pervertidos. En ese cruce, estamos estancados.

Estamos estancados porque precisamente el orden del discurso político continúa anclado a significados y sentidos de un referente caduco o en descomposición construidos en los últimos cincuenta años: el eje dictadura/democracia y su respectiva organicidad. Con la salvedad que, teniendo la experiencia de ambas formas de gobierno, ninguna hoy día nos compromete o mejor dicho nos involucra. Y el nuevo accionar, aún no emerge con continuidad como para generar una lectura, un orden. Es un proceso de ontología del lenguaje que interpela a toda la ciudadanía y cuya visión es probable que trascienda también las ideas políticas y los posicionamientos de centro, izquierda, derecha porque debería involucrar un cambio de paradigma.

Estamos de algún modo viviendo el agotamiento de la Democracia de las desigualdades sociales y las inequidades distributivas en la era de la globalización. Y la temporalidad que esta experiencia en términos ciudadanos requiere no es desconocida. A diferencia de la dictadura que tenía urgencia, acá, al parecer, no tenemos fecha ni plazos.