sábado, marzo 30, 2013

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Reflexiones para una Candidata

La mayoría de la literatura consigna que los movimientos sociales surgieron en América Latina en momentos de burocracias autoritarias militares, "derechamente dictaduras", en condiciones de contexto en las cuales los partidos políticos como garantes de la organización de la opinión pública estaban cancelados, reprimidos y las libertades habían sido confiscadas por un Estado cuya ideología fue: la seguridad nacional, la cual identificaba un enemigo interno social y político, y sobre la base de este supuesto, eliminaba todo aquello que considerara subversivo del orden e institucionalidad impuesta.

En efecto, los movimientos sociales algunos de ellos contra culturales, surgieron desde este caldo de cultivo teniendo como objetivo la recuperación de la democracia. Por lo mismo, fueron pensados sin representatividad política y sin organización ni estructuración estables, con continuidad en el tiempo, ergo, no se les exigía planificación, ni se les entregaban recursos económicos para su financiamiento. Se partía del supuesto que llegada la democracia se esfumarían o serían absorbidos por el Estado democrático y la ciudadanía organizada. Bajo esos supuestos, en ese momento histórico, tanto en Chile como en otros países de la región con similares características, fueron cooptados por los “militantes clandestinos” hasta el logro de la democracia plena y las transiciones. Y de esa cooptación surgió la “nomenclatura”, elite que gobernó hasta la derrota en el 2009.

Hoy, en el 2013 restablecida la democracia y en un contexto de gobierno de derecha, pero ya desde el año 2.006 en Chile, el movimiento social por la Educación Pública, gratuita y de calidad está prácticamente instalado en términos de desarrollo de una cultura política de protesta con demandas postergadas sistemáticamente. Tenemos grupos de mujeres organizadas en colectivos en diferentes partes del país reconstruyendo y levantando demandas de género. Aunque claramente el movimiento feminista como tal se encuentra diseminado y opera transversalmente no articulado en una sola organización. Tenemos movimientos homosexuales constituidos y reconocidos como tales a través de diferentes instancias orgánicas, movimientos ecológicos ciudadanos locales, comunales, cuyas demandas han sido sistemáticamente postergadas, incluidos los gobiernos de la concertación. Y por cierto, tendremos surgimiento de otros movimientos sociales que levantan demandas puntuales: deudores habitacionales, pescadores, por la reconstrucción, etc.

Y es en este contexto que comienzan a definirse las nuevas candidaturas presidenciales y las elecciones. Se agrega a lo anterior, partidos políticos y elite política desprestigiada y no convocadora. Con un sistema de representación política colapsado, superado por la baja participación electoral (municipales) y la cuestión binominal. Es decir, con una institucionalidad política claramente en crisis. O en baja, y con movimientos sociales en alta. Lo que implica precisamente buscar una nueva definición de lo que se de en llamar “nueva mayoría social” por los cambios.

En verdad, llamar a construir una “nueva mayoría social” supone en principio hacer uso de metodologías sociales y técnicas de investigación social que puedan proporcionar precisamente el logro de ese objetivo y esa tarea.

Implica considerar que el uso de estas metodologías sociales buscaran también redefinir el marco conceptual y el tratamiento que se les ha dado a los movimientos sociales en el marco de redefinir e identificar “actores sociales”.

Finalmente, construir una nueva mayoría social supone que la metodología de investigación social usada proporcione, no solamente la visión país que la ciudadanía quiere, sino que además defina: los ciudadanos que estarán a cargo de implementar esa visión como líderes en el gobierno por una parte, y la ciudadanía que buscaran hacer seguimiento en términos de cumplimiento por otra. Esto solo para comenzar a rayar la cancha. No se trata de crear poder popular ciudadano para que el mecanismo de representación quede obsoleto al asumir el próximo gobierno.

Porque no se trata de construir una propuesta de proyecto país para una nueva mayoría social para que precisamente esa mayoría social una vez organizada y participante se quede con el mismo modelo de representación social y política que ha colapsado. Tampoco se trata de no identificar en el proceso de construcción de esa mayoría nacional en este tiempo: que sea lo nuevo, que de lo viejo o antiguo se aceptara y bajo que criterios, que lo transitivo.

De lo que se trata entonces en el llamado que se hace “a trabajar chiquillos” es de comprometerse en generar, regenerar, un vínculo sólido y duradero al interior de la ciudadanía. Con compromisos de recomposición de pactos, garantías y criterios para que la nueva gobernabilidad que surja pueda sostenerse. Se trata que aquello que llamamos “nuevas mayorías ciudadanas” logre no solo visibilizarse, sino componerse al modo de un gran equipo de trabajo país con una nueva cultura política.

Los movimientos sociales que construyen una nueva mayoría tienen claro que se trata de redefinir el poder político, el gobierno y la gobernabilidad futura de aquí a 20 años, lo mismo que hiciera la concertación ya por los años 80. Redefinió y diseñó una mayoría para lograr una democracia “imperfecta” desde el punto de vista del ojo actual, pero que sirvió durante 20 años para direccionar y conducir al país.

Entonces, hablemos claro con sencillez, humildad y de manera transparente de que se trata este relato, hacia donde vamos, por donde caminaremos, con quienes vamos hacerlo: a nivel de las comunas, de las regiones y del país.

Así, Candidata Habemus!