domingo, noviembre 09, 2008

¿En que estamos Chilenos y Chilenas?


En efecto, si se entiende por Estado a “la expresión del tipo de relaciones internas entre clases y grupos, (…) Al punto donde se define el tipo de relación externa que la sociedad asume”. Y “al constituyente del poder de la o las clases que establecen la relación externa (Faletto, 1982- 2007:41), y, al parecer si se observa la realidad histórica de la construcción del Estado en Chile y América Latina, la problematicidad que presenta el actual momento de la coyuntura social y política se asemeja o puede ser leída e interpretada como un agotamiento de un Estado de bienestar – oligárquico con ribetes autoritarios dado por el fuerte componente de la figura presidencial del sistema político que por cierto articula un conjunto de arcaísmos difíciles de-construir desde el punto de vista de la democracia y la ciudadanía.
Ergo de cara a las elecciones presidenciales del 2.009, no se trata de un problema de atracción, de mayor/menor generación de deseabilidad de los candidatos presidenciales que desde la élite de la concertación se propongan para que la ciudadanía los resuelva en votación de primaria, dado que como se explicará, se trata de un formato de organización y de contenidos del mismo que caducan: en su forma de operar, en su forma de interpelar, en su forma de incluir referentes culturales, en su forma de ofrecerse como liderazgos con proyectos país. Se trata de un cansancio generalizado a una forma de conducción vehiculada desde los 3 poderes del Estado que no se puede a estas alturas buscar recomponer o “pegar” de “sentido”.
Estamos hablando por cierto, de un agotamiento “clientelar” o de relación de clientela en el sentido de un tipo de vasallaje electoralista de parte de la ciudadanía con la élite o mandarinato que ha detentado la representación o el liderazgo durante estos 18 años, agotamiento o descomposición de la reproducción de la conducción de la línea de hegemonía en función de los sentidos y significados asociados precisamente a la hegemonía desde el ordenamiento social, el consenso, la cohesión, y/o la coerción, con ribetes de populismo, dado los efectos del ejercicio del liderazgo presidencial y/o electoral en momentos de campaña y como un efecto de las TIC. (Castells, 1.999)
Además y específicamente el agotamiento se da por la instalación de una suerte de alianza de clases y grupos de gobierno transversal que desde 1990 y amparados por el sistema binominal luchan por: la defensa de sus propios intereses políticos, económicos que a estas alturas de la gobernabilidad, no consiguen ampliar proyección, verificándose una suerte de “participación restringida”, una suerte de manipulación del “miedo al eterno retorno” para no dejar expresar la conflictividad y la demanda social, y una suerte de estancamiento del dinamismo. (Faletto, 1982)
En efecto, todo ello se entiende como un agotamiento de la organización y estructuración de la élite política que desde los diferentes poderes del Estado, incluido su acceso al cuarto poder: es decir, desde el manejo y control de la propiedad de los medios de comunicación de masas, en un contexto de modernización inserta a su vez en la globalización: económica, política y cultural (Ortiz T., 2001) no consigue generar los mecanismos para traspasar la significación de “democracia” en la construcción de las relaciones de poder hacia la ciudadanía, y sobre todo hacia los jóvenes, nuevas generaciones, hacia las cuales no se consigue traspasar la barrera mínima ética del ejercicio de los derechos políticos y civiles. Se trata de un Estado que pone en evidencia la contradicción de las diferentes formaciones culturales, sociales, políticas y económicas que le han dado cuerpo durante el último siglo XX y que por cierto le sirvieron para recuperar la democracia institucional, capitalista y burguesa, pero que no le sirven para ingresar al siglo XXI desde los problemas ecológicos, medioambientales, con proyectos generados desde el desarrollo sustentable, etc.
La hipótesis explicativa en clave hermenéutica implica considerar las 3 formaciones del Estado chileno durante el siglo XX: oligárquico, de compromiso (bienestar) autoritario con sus respectivas caracterizaciones. Y considerar la cultura política que vehicularon hacia la ciudadanía, para desde aquí y en una suerte de recomposición, mezcla, amalgama sucesiva a los diferentes momentos presidenciales del siglo XX, y específicamente de la Concertación de partidos por la Democracia, viene a redundar en este híbrido de Estado/ gobierno sin posibilidad de proponer de manera vinculante “más democracia representativa”. Se trataría por cierto de un formato simbólico cultural que como representación del Estado oligárquico no ha sido desmontado desde la propia élite política y a modo de patología subyace como forma de ejercicio de liderazgo asociado al nepotismo, la plutocracia y por cierto al estado de compromiso.
En verdad, desde el siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX, Chile vivió su primera treintena el estado oligárquico, posteriormente y con los frentes populares se experimentó el inicio de la conformación de un Estado de Compromiso que en términos de derechos y de ciudadanía amplió las protecciones sociales y laborales. Un momento de auge de las libertades. Podría hablarse de un Estado de bienestar similar al europeo (Arrau y Avendaño, 2001) que profundiza los derechos y la participación ciudadanía con Eduardo Frei y Salvador Allende, pero que por lo mismo aumenta la conflictividad social. Y posteriormente, se experimenta el Estado autoritario bajo el régimen de Augusto Pinochet quien vuelve a disciplinar a la ciudadanía bajo un modelo de coerción, represión y silenciamiento de la participación.
En su profundización re definitoria de significados de ciudadanía entre los años 64 – 70 con Frei Montalva, 70-73 Allende, la profundización de esa democracia llevó a Chile a dirigir desde el Estado, la reforma agraria, la nacionalización del cobre, la devolución de propiedad de la tierra a los mapuches, etc. Sin embargo, esta ampliación de ciudadanía no fue soportada por la elite oligárquica nacional que principal y políticamente estructurada desde la derecha conservadora asociada a la Iglesia, desde la derecha económica a través de la burguesía financiera y empresarial asociada al poder de los medios de comunicación, desde la derecha militar terminan drásticamente con la imposición y posterior consolidación de un estado burocrático militar (1973-1990).
En sentido estricto, la recuperación de la democracia y los procesos de transición así como los diferentes gobiernos de la concertación intentaron redefinir un Estado de Bienestar acorde a las necesidades de la ciudadanía que, varía y transita en 19 años de un 50% de pobreza a un sector duro que bordea a la entrada del 2008 en el 15%. Sin embargo, la gobernabilidad que permite estos procesos desde el Estado, ha terminado por conjugar una serie de alianzas políticas precisamente con la derecha oligárquica que en su remanente cultural y posicional político, a modo de enclave, consigue hacerse transversal a la élite en todos los poderes, y después de 18 años, muestra un deterioro, un agotamiento como proyecto movilizador e interpelador de la transformación y de la explicación de ciudadanía. En otro sentido, muestra falta de credibilidad en la gobernabilidad, en la gestión, el diseño e implementación de las políticas públicas y en los rostros símbolos que han encarnado esa representatividad a la fecha.
Por otra parte, si el Estado en términos de definición expresa en cualquier momento que vive una nación, el conjunto de relaciones de poder (económicas y sociales) que se dan en una determinada sociedad, y eso lo aplicamos a lo que sucede en la actualidad del Chile del siglo XXI a 18 de gobierno del sistema binominal y de la Concertación que ocupa parte del Estado en conjunto con la Derecha, esto significa decir que, parte de la ciudadanía ha comenzado a observar la transversalidad de la construcción de la gobernabilidad con “buenos ojos” y “con buena intencionalidad”. Es decir, leen la transversalidad cultural como “estilo de vida” con resultados favorables y también como un bien adquirible. La anulación de las diferencias al interior de la élite mandarina que comparte en sí y de manera cerrada las bonanzas del poder desde la élite oligarquizada, y que chorrea “caridad” o lo que sobra, supone efectos de muestreo que de hecho se dan sobre el desdibujamiento de los contenidos “progresistas” del proyecto reformador del Estado de Compromiso, en la actualidad, agotado en su carácter cultural y democrático “asistencial” por lo menos en dos ítems de inclusión relevante: el regional y el generacional.
Por lo mismo, ha llegado el momento de mirar ¿Quiénes están hoy en ese Estado? ¿Qué conjunto de relaciones de parentesco se estructuran y se organizan? Para efectivamente desde la ciudadanía construir un proyecto transformador dado que desde la historia, la oligarquía se rompe siempre desde el conflicto social. Esto es como decir que los grupos del Estado actual cualesquiera sea su definición política institucionalizada no saldrán del mismo por acto de caridad o de altruismo. Buscaran enquistarse para permanecer ostentando las prebendas que han obtenido hasta ahora. No saldrán simplemente porque hay agotamiento o cansancio. O porque en la reciente elección se les demostró con votos que “perdieron”.
La oligarquía concertacionistas no saldrá por sus propios pies ni porque desde “arriba” se generen condiciones para su recambio “ahora”. No se hizo con Lagos, ni con Bachelet quienes hicieron la promesa, es decir, no se hizo con 6 años ni en 3, por lo tanto es difícil pensar que a estas alturas del periodo de gobierno, el mismo tenga bajo la manga un proyecto renovador que pueda impedir este vaciamiento. Esto es como decir entonces que, o la política desde el Estado y de los partidos está agotada por ahora en su aspecto transformador, integrador y dinámico o se consigue aquello acentuando las contradicciones, es decir, con conflictividad social.
1.- Faletto, Enzo, 1982 2007: Dimensiones sociales, políticas y culturales del desarrollo, Flacso Catalonia, Chile.
2.- Castells,1.999: Globalización, Identidad y Estado en América Latina, PNUD Stgo.,Chile.
3.- Ortiz Tulio, 2.000: Globalización histórica desde Sudamérica En Globalización y Nuevas Tecnologías Ed. Biblos Argentina.
4.- Arrau y Avendaño, 2001: Notas acerca del desarrollo de la ciudadanía en Chile Flacso - Predes Programa Estudios y Desarrollo Sociedad Universidad de Chile, Chile.