domingo, marzo 30, 2008

No hay mal que dure 2 años ni diablo por conocer… en las elecciones del PS


Otra vez como tantas otras veces desde su inserción en la alianza de gobierno de la concertación, la militancia socialista se ve tensionada para estas elecciones del 27 de abril entre opciones de listas que por una parte prometen, concuerdan, aluden a una lealtad “sin significante” hacia el gobierno, y alternativas que buscan el “significante” perdido del mismo y de la coalición, en una suerte de tramo recorrido de descentramiento histórico que al parecer ha construido ya ciertas distancias éticas que aluden a desafectos, desconfianzas, cuando no resentimientos y rabias por antropofagias mal digeridas, trasnochadas, carreteadas e indigestadas producto del sistema binominal y del desgaste político en la serie sucesiva de combinaciones de alianzas que resultan ser finitas. No es posible entonces no mirar la situación en su conjunto y en función de aquello emitir un voto que tenga exclusivamente la validez de dos años que como dijo un compañero: pasan luego…
Tanto el liderazgo actual del partido socialista principalmente a través de su presidente y secretario general asociado al gobierno de la actual presidenta y a la concertación se encuentran en problemas de proyección. Por lo tanto de alguna manera en esta elección interna se trata de abrir caminos a corto plazo, dos años, que garanticen una cierta estabilidad, una cierta disciplina al límite del sometimiento y acato porque no decirlo, para terminar bien el periodo presidencial de una de sus militantes. Se trata de comprender la lealtad entonces, como un apoyo irrestricto, acrítico, con censura, a las medidas, acuerdos, gobernabilidad de la Señora M. Bachelet. Se trata de comprometer esfuerzos para apoyar a parte de la actual elite mandarina electa y gubernamental en su gestión dado el fraccionamiento y la falta de cohesión de la coalición. Y por cierto dada la ausencia de espacios de convencimiento, de deliberación y argumentación sobre el estado de las artes de gobernar, (la política) de la actual mandataria, se trata de mantener el concubinato en una relación en que por cierto “los caballeros no tienen memoria”.
Por tanto, el partido socialista como partido en estas elecciones, se encuentra en este horizonte sin escisiones como lo ocurrido con la DC, o con el PPD, lo cual es bueno, es estimulante y esperanzador. Y lo es, no porque este sin discusión, o porque haya claridad en relación al horizonte y al devenir de Chile. Preocupa a los socialistas el desencanto que genera el referente político a 20 años de gobierno mas menos, preocupa la falta de ideas y liderazgos nuevos aunque sean maduros en edad, preocupa el paralaje ético de la política, preocupa las rendiciones de cuentas, los desbalances en materia de probidad funcionaria, preocupa efectivamente la distribución inequitativa, la participación desigual del desarrollo y del crecimiento, preocupa el manejo de las relaciones internacionales sin ir más lejos la tibia postura frente a China por lo ocurrido en Tibet, y la posición dilatada y no resuelta con Bolivia por el tema de la mediterraneidad, preocupa la ambigüedad de la ausencia, y no por la complejidad de la coyuntura, de un discurso político proveniente de la elite, en orden a, precisamente genera coordenadas, inventar un orden que permita leer, proponer una suerte de mapa de navegación. En este contexto, preocupa en serio la ausencia de liderazgos nuevos dentro del PS desde donde emane la propuesta de futuro y de proyección de lo que pueda ser: la refundación de la concertación por una parte, y de lo que puedan ser los nuevos dirigentes incluidos los presidenciables por otra. Esta situación hace poco creíble a las listas que buscan o aspiran suceder a Camilo Escalona y a la propia presidenta como pre-candidatos. Son los mismos lobos pero con otra piel, ahora, hablan de renovación pero quieren seguir manteniendo sus cargos en el parlamento después de 18 años o 20 de mandato, quiere mantenerse en el gobierno compartiendo sillitas musicales, etc. Todo lo cual otorga incredulidad y duda acerca de la consistencia de sus propuestas. En efecto, son pocos los creíbles y a estas alturas del campeonato, 18 años de gobernabilidad, no dan para apostar a las mismas caras de siempre con maquillaje o retocado de apertura. No hay confianza que aguante.
Pero por otra parte, si bien es cierto apostar a las mismas caras pero con palabras nuevas resulta ser un problema de credibilidad y de confianza, esto no quiere decir que el discurso no sea pleno de sentido ni conmueva a los militantes puros y sinceros. Es decir, desde este discurso con significante, los militantes pueden curiosamente entender la complejidad del momento que vive y sostiene al Partido Socialista en el siglo XXI con la actual directiva que busca la re elección. Entienden que de proyectarse en el tiempo esta lógica de participación y de centralismo democrático en la orgánica hará insostenible la convivencia al interior del partido, incluso, en la aplicación de los criterios de participación, en la lógica tendencial, paulatinamente se irá resquebrajando la lealtad vacua, transformada en lealtad pagada por servicios prestados y votos acarreados, una suerte de instalación de un proceso de oligarquización que nada tiene de socialismo obrero ni mucho menos proletario, ni intelectual ni técnico organizado. Tanto para la actual mesa como para las aspirantes a serlo o a componerla, se trata de una redefinición del proyecto de partido que supone redefinir también su vínculo con los futuros gobiernos en base no al modelo de cooptación de las conciencias, del disenso, la crítica bajo el presidencialismo, sino a un modelo que parta por redefinir el carácter ciudadano de un partido político.
En síntesis, lo más probable es que la militancia se incline por mantener y votar a la actual mesa, no porque estén de acuerdo con la gobernabilidad actual de la mesa en concordancia con el actual gobierno, no porque deseen mantener lealtad vacía a la concertación, sino que van a dar su apoyo sobre la base de descartar las otras opciones por sospechas de inconsistencia entre el hacer y el decir de quienes se auto proponen ahora como “renovados” (más vale diablo conocido que uno disfrazado como desconocido), además, votaran a la actual mesa porque existe una presión y una urgencia por mantener y contener el apoyo a la actual Presidenta dada la baja sostenida en las encuestas de opinión pública y a sus propios desaciertos de liderazgo; y finalmente, porque aun se mantiene no elaborado el efecto del presidencialismo en las conciencias cívicas, el cual por cierto, durará poco tiempo más ya que no hay mal que dure cien años ni tonto que lo aguante como dice el dicho popular. Los y las militantes apostaran a la seguridad de lo conocido, a lo necesario de la disciplina, a la tozudez de ese esforzado silencio dado el contexto circunscrito.
Esto último es como decir que los procesos de autonomización de las conciencias colectivas e individuadas respecto del presidencialismo no las detiene una mujer líder que busca apelar e imponer sistemáticamente un discurso de orden y cohesión sobre la hipótesis del femicidio simbólico. La deliberación viene tarde o temprano y construye juicios de orden y evaluación social. Tampoco el efecto de esta droga de poder asociada a la cooptación puede mantener per se, vacío de contenidos y significados, a la lealtad. Una sociedad, una tribu o una organización partidaria como es el socialismo tarde o temprano buscarán preservar sus principios éticos y morales si es que como referentes los ha perdido, de otro modo, va condenada a morir en las manos de cuatro pelagatos que se toman el partido y la mantienen bajo coerción de las conciencias a cambios de puestos de trabajo o sillitas en el gobierno de turno.
Siendo así entonces la previsión de los resultados eleccionarios, ojala que los militantes entiendan que dos años es poco tiempo, pasa luego. Y que allí será el momento de reaparecer tal vez ya con otras propuestas políticas de mayoría elaboradas. Entre tanto, hay que zafarse del presidencialismo cooptador que obnubila y mata la individuación, la autonomía de la sociedad para irse dando sus propias formas de gobierno.

viernes, marzo 21, 2008

Del XVIII Congreso Salvador Allende en Panimávida 2.008


Si bien es cierto en el XVIII Congreso del Partido Socialista se mantuvo la unidad y se expresó la fuerza y la pasión de los/las militantes puros y sinceros de corazón como canta el himno, no es menos cierto que en términos de futuro, de proyección en términos de política de alianzas, de consistencia y coherencia partidaria “orgánica” se dio un resultado “complejo”, curioso, del cual se esperan definición de nuevos rumbos, algunos de ellos no tan previsibles.
En efecto, aunque la actual mesa logró imponer una mayoría en las votaciones de los congresales en orden a suavizar las posiciones sobre asuntos de relevancia como: la concertación, su viabilidad y la del mismo Partido Socialista en la misma, el gobierno y el estado de su gobernabilidad, la política exterior entre otros, este triunfo y control fue construido sobre la base del manejo disciplinario “responsable y leal” de las tendencias que obedecen a un cierto caudillismo parlamentarista regionalizado asociado a la conducción del actual presidente Camilo Escalona, más que sobre el estado de las deliberaciones, la apertura a las mismas, la construcción del buen sentido y las argumentaciones. En este contexto, lo primero que debiera llamarnos a reflexión es la fragilidad del liderazgo que se sostiene bajo esta metodología de trabajo, los costos que imprime en materia de democracia interna, ampliación de derechos, de ciudadanización, y el tiempo de duración que esta forma de liderar procesos puede aspirar.
En este contexto, se abre la discusión sobre las elecciones internas del Partido para abril del 2.008, e inevitablemente se abre la misma en torno a los próximos dos años de conducción en el sentido de optar por mantener la disciplina en pos de una gobernabilidad y una política de alianzas, o favorecer la deliberación para buscar construir una propuesta de gobernabilidad hacia una redefinición del actual escenario político chileno en el marco del sistema binominal que nos rige desde 1.990. En esta línea, se trataría de favorecer una suerte de reconversión programática al 2.010 que debería prepararse desde el interior de la orgánica partidaria, que por cierto tomaría tiempo, esfuerzo y trabajo, todo lo cual bien podría manifestarse en una progresiva desafección hacia el actual gobierno de Bachelet pero que tendría por sentido la constitución de una Asamblea Constituyente.
Tal como se puede apreciar, los dos límites colocados por ambas posturas tienen bastante que negociar, cortar, resignificar al interior de una suerte de elite política que no va al diván a auto-analizar el estado de su propia construcción y plantea, sin más, una proyección de sus mandatos, en un giro discursivo que bien puede no traspasar esa frontera. Aspiraría a un nuevo trato entre las tendencias hegemónicas y las minorías dentro del partido. Aspiraría a un nuevo trato regional, a la ampliación de la participación en el evento que elegirá al candidato o candidata que elegirá el partido a la presidencia de la república.
En este contexto, es esperable que las tendencias se vayan a articular para negociar internamente con el más fuerte de los presidenciables, aunque no se sepa si el destino o el futuro político de algunas, incluidas sus candidaturas presidenciales y a la re – elección (municipales y parlamentarias), puedan estar más fuera de la orgánica que dentro, por eso, las posturas de Allende y Navarro fueron distintas en el congreso. La primera solicitó “un militante, un voto” para dirimir en la elección del candidato/a presidencial, y perdió ante la postura de Camilo Escalona que propuso hacerlo por convención con participación ampliada de los diferentes cuerpos colegiados del partido (parlamentarios, concejales, alcaldes, consejo, comité central, tribunales supremos regionales y metropolitanos, que junto a la de Navarro, aspiraba abrirla aún más a la participación ciudadana consciente que allí estaría más su fuerza.
Coyunturalmente y para estas elecciones, los criterios son los de negociar entre tendencias porque todas tienen su porcentaje de apoyo sea deliberativo, clientelar y “maquínico” en términos de la cantidad de votos que pueden regular, influenciar. Ninguna se la puede solo y por lo tanto ninguna tendencia o liderazgo está dispuestos a soltar. Lo cual significa que tendrán que ponerse de acuerdo y buscar esta vez una mesa consensuada ya que ninguno se puede arrogar la capacidad de decidir por el Partido como un todo. Y eso trae consecuencias también en las regiones.
Lo bueno de todo, es que a la fecha ninguno liderazgo ha anunciado que se va. Respeta que nadie tiene el sartén por el mango así que a negociar sea dicho, conversar no solo para posicionar, confirmar los liderazgos existentes, sino, proyectar futuros políticos con ideas y propuestas urgentes y más transformadoras. En eso la nueva izquierda como tendencia y agrupamiento necesita de proyecto de innovación.
O sea hay indicadores de unidad y fuerza. Con énfasis distintos “nuevos, amplios, transformadores”, todos están de acuerdos que la concertación así como está no va… para ningún lado. No va más! Reconocen pasado exitoso de 20 años de gobierno, realizaciones, modernizaciones. Pero para el futuro quieren otra cosa. Es la misma gente, la misma elite, los mismos mandarines pero con otra palabra que puede dar resultado a través de Insulza, aunque también se puede aplicar a Arrate. Todos quieran contribuir. Aunque el halo de la corrupción ha generado una “aliquidad” en el PS, algo así como un clima enrarecido que ha minado el deseo, la pulsión de transformación en pro de la manutención del status quo, el desafecto, la desazón y las desconfianzas. En verdad, la estabilización de esa relación de concubinato entre “gobierno y partido” por 20 años ha generado efectos dañinos entre los militantes de gobierno y socialistas. Por eso la parte del himno: “socialistas a luchar, dispuestos a vencer tiene un mandato vigente, solo que de esta vez fue: “militantes puros y sinceros, prometamos jamás desertar, prometamos jamás desertar fue la que copo el corazón. Recuperar aquello de militantes “puros y sinceros” y derrotar al pulpo del imperialismo tuvo más eco.
Hay algo del concepto de “cooptación” entre el gobierno y el partido lo que da vuelta en el ánimo de la toma de decisiones y en el efecto maquínico. Por eso el partido manteniendo la Unidad y la cohesión debería moverse un poco en estas elecciones internas. Trasladar los temas del congreso hacia la ciudadanía, las críticas y las propuestas llevarlas a la calle. No importa que pasen la máquina, (aunque que no se perciben los ánimos como para dejar los disensos fuera), si de verdad esas ofertas de futuro político toman cuerpo en el pueblo.

domingo, marzo 09, 2008

Los problemas de la Candidatura de J. M. Insulsa

Al parecer cada día hasta junio-julio se instala la idea y por lo tanto la conversación en torno a si José Miguel Insulsa conseguirá las adhesiones al interior del Partido Socialista para ser el nominado como candidato a la presidencia de la república para suceder a Bachelet y lo primero que hay que reconocer es que de todos los candidatos y candidatas que desde la gerontocrática elite concertacionista han surgido, es el que aparece con la mayor temple, las mejores habilidades y competencias, condiciones de liderazgo, etc., no solamente al interior del Partido sino al interior de la Alianza. Sin embargo es precisamente la condición de ser portador de ambas identidades, socialista y concertacionista, lo que le juega en contra por estos días. Y le juega en contra porque “la gente”, esa ciudadanía que al final de cuentas es la que da el voto, no se siente interpelada, ni comprometida, ni muchos menos entusiasta con el futuro político del país en el marco de lo existente.
En efecto el ser concertacionista por estos días significa ser portador de una historia de realizaciones pero también una historia de desaciertos entre los cuales está saber circular por una compleja red de relaciones sociales que traspasan hacia el gobierno, hacia la derecha política y económica desde los partidos políticos que conforman dicha alianza política desde 1.990 sin una ética de la responsabilidad. Es decir, se forma parte de un entramado o engranaje político que es precisamente el que se cuestiona cuando no claramente se forma parte de su descrédito.
Para empezar, desde el Gobierno de Ricardo Lagos en adelante que sucesivamente en las campañas se hacen las promesas de modernización del Estado, lo que es y fue leído por la ciudadanía, como un recambio de las personas, recambio generacional, recambio con equidad de género, fin de las sillitas musicales y finalmente, gobierno de la ciudadanía, transformación de los partidos políticos; ninguna de esas promesas se ha cumplido, en algunos casos se ha caído incluso en visos de nepotismo cuando no corrupción y lamentablemente y el candidato Insulsa forma parte de esa articulación, y de esa élite mandarina. Es decir, él (José Miguel Insulsa) no va a cambiar ni hacer la reingeniería que se requiere porque tiene demasiados compromisos que vienen precisamente de esa red que a nivel nacional y regional mantienen a la concertación en un ejercicio del poder absolutamente caduco, demodé y porque no decirlo al borde de la corruptela.
Desde el gobierno de Aylwin, Frei, Ricardo Lagos a la fecha que las relaciones internacionales se situaron en un plano de desconocimiento de la importancia de Sudamérica. Poco o nada se ha hecho por la convergencia económica con países como Bolivia, Argentina por citar dos. José Miguel Insulsa no será distinto de Ricardo Lagos quien nos propone hacer una causa común con Colombia y el presidente Uribe, en desmedro de Ecuador, su presidente Correa, Morales, y Lula.
Pero hay más. Políticamente el gobierno actual intento dar una suerte de respaldo a la Democracia Cristiana y al Partido por la Democracia en relación con las respectivas escisiones que tuvieron. Lo mismo hicieron los partidos políticos restantes de la coalición que terminaron perdiendo internamente puntos de convergencia y vasos comunicantes que imposibilitaron visualizar las claves con las cuales se manejarían a posteriori estos “hijos pródigos”. En esta línea, se podría pensar que José Miguel Insulsa tiene el suficiente “juego de cintura” como para solicitar y aglutinar las adhesiones políticas que esta fragmentación generó, valiéndose del “tomala da cá”, (dando aquí, sacando allá, tomando de aquí y de allá para dejar contentos a todos), sin embargo lo más probable es que no se pueda precisamente porque en materia de cambio o refundación los quiebres son insalvables. Por un mal manejo y una mala lectura de cierre concertacionista, ya enfrentamos el camino propio que lleva a la presidencia del senado a Záldivar, cuestión que es difícil de hacer volver atrás.
Finalmente, al interior del propio partido socialista la situación no es distinta. La misma gente que apoya a Insulsa es la gente que ha gobernado todos estos años, que forma parte de la élite mandarina de los cuales algunos vienen aprovechándose ya que van a cumplir 20 años en el poder y más en el senado o en el parlamento, que quieren ir a la re elección, y que por cierto quieren seguir gobernando sin recambio de la elite.
Tanto con Lagos como con Bachelet, el partido y la dirección hicieron un esfuerzo por “ciudadanizarse”, y sobretodo con esta última, se adquirió el compromiso de apoyarla y sumar participación considerando las variables género, juventud y etnia sobretodo a partir del movimiento de los pingüinos y el movimiento indígena. Demás está decir, que José Miguel Insulsa es parte de la misma elite mandarina que desde 1990 se instaló en el poder, sus redes políticas, sus capitales sociales, culturales, de amigos y “amiguis” son las mismas, por lo tanto la “refundación” de la concertación en sus manos no tiene sentido, ni contexto. El será más de lo mismo, más concertación de lo mismo que hemos visto 20 años.
José Miguel Insulsa no conoce al partido socialista de los militantes de los últimos 5 o 10 años, quienes lo conocen son los patrones de fundo regionales que son los que le acarrearan gente para conseguir votos si va a una interna. Demás esta decir que son las incrustaciones militantes en el gobierno, los dispositivos que tendrá que mover y con los cuales tendrá que comprometerse “en mantenerlos” (darles de mamar en el futuro) para su campaña presidencial. Así el estado de las cosas, la transformación, refundación, recambio, de la concertación no es viable dado los compromisos contextuales e históricos del candidato. Y por cierto, no podrá hacerlo él, ni mucho menos ninguno de los otros candidatos. Lo cual quiere decir, que si queremos un cambio de veras, el ala progresista de la concertación anti neoliberalismo y medio ambientalista en términos ciudadanos, tiene que prepararse para no ser gobierno el próximo periodo, o buscar una alternativa fuera de la concertación. También un líder que esté desde el inicio más dispuesto a “cortar por lo sano” y a garantizar que ese corte sea dado ya en la configuración de su equipo de campaña. El resto es continuar con la misma cantinela…que nos va dejando un sabor amargo y poca fe.