domingo, julio 30, 2006

La otra encuesta


Lilian Letelier

Se están definiendo en la Opinión Pública los criterios que evaluaran si hay alguna distinción entre el ejercicio de gobierno de Bachelet por el hecho de ser mujer y además la primera mujer presidenta de Chile y de algún país latinoamericano. Por de pronto, lo es de Perú. Está claro que su fascinación será un plus a ser evaluado por Alan García a la hora de los apuros y aprietos. También necesario para el diseño de las relaciones diplomáticas con nuestros vecinos porque el asunto de dar una salida al Mar a Bolivia sin considerar en la negociación a Perú como referente de frontera es compleja. También para morigerar los alientos populistas de Chávez.
Se definen también los periodos a ser evaluados y los términos que se deben considerar en términos de exigencias de marketing diferenciadas: tipo de ropa, marca, estilos de manejo, actitudes, comportamientos que podrían distinguir al sexo y a la construcción cultural diferenciada: el Género. Y ahí es donde hay más claridad.
Es precisamente en los estándares de racionalidad en lo referido al campo estrictamente político donde se tejen las diferencias más sustantivas. Los actores son distintos y para ellos (hombres en su mayoría) el manejo gestual, en términos de comunicación no verbal también es o debiera ser distinto. García la trata con galanteos legitimados en la corte como el beso en la mano. Chávez como si estuviera bajándose del Cocoteiro o árbol de coco, con golpe cariñoso en la espalda y mano en el hombro. Mientras en Chile califican los gestos con folklóricas interpretaciones. Al respecto serian interesante leer a Foucault en relación con la simbología que exterioriza el cuerpo vestido del rey. Es decir, en lenguaje democrático sería el cuerpo vestido de: ¿signos de apertura y de cierre de interrogación?
En efecto, la última encuesta del CEP al menos dejó en claro que hay ciertos elementos cognitivos que deberán por ahora ser dejados de lado para componer un instrumento de evaluación que mida eficiencia en base a tareas de emergencia. El problema es que a nivel regional y comunal no existen instrumentos de medición que midan aquello, por lo tanto a nivel gubernamental o de gobierno la interrogante es si van a mantener las decisiones dispares de Záldivar en la selección de los seremis, intendentes y gobernadores como lo asumiera en Chilevisión la semana pasada, o si las van a modificar como es lo esperable sobretodo en materias sociales sensibles: vivienda, transporte y energía, salud, justicia y educación. Más otras donde existan zafarranchos.
Por otro lado, y como otra lectura de la encuesta, junto con alargase el periodo de evaluación de la gestión gubernamental de la presidenta hacia una mirada más de largo plazo lo cual es una suerte de alivio mientras se definen los estándares, si se han definido cuestiones fuertes que no son estrictamente de gobierno, sino políticas. ¿Qué tanto va a hacer por el Bien Común en sus 4 años de mandato la presidenta? Y ¿cuánto esto va a influir en la historia de las naciones? Estos serían el plus asociado a la evaluación de género que antes no existía.
Yendo entonces a los problemas de fondo, el grueso del contenido crítico que se le puede hacer a la Presidenta hacia dentro y hacia fuera son: la administración del modelo neoliberal de parte de la concertación vistas las desigualdades obvias evidenciadas a través de las vivienda sociales, la emergencia de nuevas formas de exclusión y discriminación social emergentes a esta suerte de burguesía nacional y regional acomodada y acomodaticia. A ello se le agrega la instalación en la burocracia en su sentido lato, de un mandarinato económico y político burgués también a partir de 1.990 que presenta síntomas de corrupción: ver programas de empleo en varias regiones, MOP gate (aunque sea asunto del pasado), Inverlink, inserción del lobby y del los empresarios en el parlamento y dejémoslo por ahí para no abrir más heridas.
Por cierto todo lo anterior en un mundo globalizado, pero de patio latinoamericano lo suficiente como para que se necesite de un ajuste o cambio en la política exterior que desde 1.990 hasta la actualidad se orientó hacia los Estados Unidos, Europa y el mercado asiático y que producto de las “contingencias” por no decir descuido político en términos de planificación, ahora a nivel del Cono Sur y de los países frontera está trayendo consecuencias poco saludables.
En honor al bien común y a la política, después de cuatro años, evidentemente que se va hacer una evaluación de acuerdo a estándares que ya tienen un horizonte cultural: a saber, la transformación de la democracia y su ampliación en términos de derechos y participación. Es decir, más y mejor democracia. ¡Que duda cabe! El punto de inflexión es ¿todos y todas los que tienen que estar en el gobierno, en el parlamento, en los municipios trabajan mentalizados en esa idea?, ¿están todos comprometidos en esa identidad concertacionista? , ¿Ha traspasado la presidenta ese carácter o cultura a sus representantes a nivel regional?
Al inicio de los 90 bajo la transición política muchos entraron hacer negocios camuflados de reconstrucción democrática al gobierno. Pasado el 2.000 los grandes negocios ya fueron hechos (grandes carreteras, grandes empresas de telecomunicaciones, universidades, colegios, escuelas) las familias, los clanes, ya están repartidos e instalados (en el legislativo, ejecutivo, judicial y de comunicación de masas), en este contexto entonces ¿Cuál será el aporte de Bachelet a ese proceso? Y ¿ que tan ciudadano o democratizador será?

miércoles, julio 26, 2006

¿Hay democracias mejores que otras?

Lilian Letelier

De la extensa exposición de Francis Fukuyama el cientista político de raíces orientales pero norteamericano, liberal, “neo conservador” (¿ ?) y que estuviera en Santiago de Chile para hablar sobre las Democracias y los problemas que enfrenta desde una perspectiva comparada, universalista, y que incluye su instalación en áreas o países sin Estados Nacionales estables como Irak o países africanos, llama la atención, precisamente el énfasis que hace, por una parte, en la estabilidad institucional como garantía de las democracias “realmente existentes” a la fecha, y en la creación a partir de aquí, de instancias institucionales supranacionales estandarizadas racionalmente, para precisamente evaluar o demandar rendición de cuentas a las democracias consabidas.

De los ejemplos comparativos que dio, uno que me pareció notable fue el de los tiempos de Confucio (Kung-Fu-Tsu, 551 .479 a.de C) en la China feudal. Señaló que ya en esos tiempos y teniendo bajo su magistratura Zhongdu hizo crecer la burocracia institucional en materia de justicia, reformas y administración, por lo tanto hizo crecer indirectamente al gobierno imperial decadente en institucionalidad y por cierto cultura de gobierno, asunto que al compararse con algunos países latinoamericanos o Afganistán, Irak, e incluso África aún son inexistentes o increados. Por cierto, no es el caso de Chile que en la comparación gana en modernidad, es decir, en democracia aunque como Estados Unidos, o Francia, o Inglaterra, enfrenta el problema de la superación de la pobreza o de la inequidad en la distribución de los bienes, y someterse precisamente a estos criterios racionales de validación de la democracia en una especie de gobernabilidad democrática transversal.

En efecto, Fukuyama analiza cuatro aspectos que debe contener una democracia de las cuales Chile en relación con sus vecinos: Argentina, Bolivia, Perú esta más avanzado o si se prefiere estabilizado. En materia económica mantiene un orden respetando acuerdos comerciales, y en materia política no solamente las instituciones funcionan sino que hay estabilidad en los procesos regulares de elección y renovación de sus líderes. Sin embargo, donde está el talón de Aquiles de la democracia chilena según el juicio de este conspicuo analista, es precisamente en la participación de la distribución de los bienes no solamente económicos sino simbólicos y en la ampliación de la democracia participativa y su sometimiento a la evolución de pares según la racionalidad democrática institucionalizada a nivel internacional.

Esto es, el problema de Chile es que aunque su economía anda bien, es decir hay crecimiento, sigue manteniéndose la desigualdad distributiva, no hay chorreo, y los pobres siguen en su lugar. A ellos no les llega la democracia y si les llega conflictividad social. Tampoco hay un sistema educacional que garantice y asegure no solamente la inserción de los jóvenes “pobres” al mercado laboral, sino y dicho en términos liberales, no garantiza la competencia entre los mejores de estos para darles además un lugar social.

Es más, el sistema político democrático “binominal” no garantiza el derecho de las minorías a la participación monopolizando el poder político en una élite y un ethos mandarín que se mantiene desde 1.990 consolidando con ello el poder de las mayorías “concertación versus alianza” sin generar democracia participativa y ciudadana, ni buscar la integración de las minorías. Es decir, se trata de una democracia excluyente no solamente en términos económicos sino también políticos lo cual comienza a generar sospechas “internacionales” en términos de emergencia de formas de corrupción.

De lo anterior se desprende que Chile a los ojos de Fukuyama y según se lo informara al público empresarial tiene 3 tareas pendientes en materia de democracia: la pobreza, la educación y el cambio del sistema binominal para asegurar la renovación de las elites por una parte, y eliminar los síntomas de corrupción no solamente a nivel de gobierno sino a nivel de las relaciones empresariales y poder legislativo, relaciones empresariales y gobierno regional y nacional. No en vano cito a Confucio como reformador e instalador ya en el siglo quinto antes de Cristo de un saber político moral a nivel de la institucionalidad. Es decir, F. Fukuyama advirtió indirectamente que las democracias cuando no son participativas, cuando no generan cambios a nivel de integración social y económica de los marginados/pobres se vuelven impresentables por su indignidad etica. En otras palabras, Chile no avanza diciendo que es democrático si mantiene esos estándares de déficit educacional, estándares de déficit de distribución de riqueza, estándares de no integración de mujeres y jóvenes al mercado laboral. En efecto, las democracias además deben renovar a sus dirigentes porque de no hacerlo se arriesgan a generar relaciones o circuitos de poder político económico que se van corrompiendo en el uso y ejercicio del poder en general.

Después de todo aquello entonces ¿hay democracias mejores que otras? Pareciera ser que sí. Y precisamente “lo mejor” en términos de calidad es lo que estará en el futuro sometido a padrones internacionalizados conforme: niveles de participación de la ciudadanía, formas de participación, aplicación del principio de representatividad electoral, y practicas de gobierno.

domingo, julio 16, 2006

Poniéndose la Falda o los Pantalones

Lilian Letelier Un extraño malestar dejó el cambio de gabinete realizado por la Presidenta M. Bachelet. Sin enjundia, sin sabor, sin color. Por lo mismo extraño o “exquisito” como dirían los brasileros: como son los malestares imagino al inicio del gusto o paladeo, y sobretodo al olfatear que por enésima vez se verifica la aplicación de esa suerte de imperativo categórico instalado en el mandarinato del Partido Socialista, otrora de R. Lagos, de poner por la delantera de las decisiones de buen gobierno, el acto de recompensar a su vez al mandarinato de la Democracia Cristiana, a espaldas de la ciudadanía, con “pato de la boda” incluido como es el caso de la ministra de Economía, e inclusión de “platos repetidos” que ni siquiera pueden mostrar “carrera corrida”.
En pocas palabras, cambios generadores de quiebres innecesarios, desequilibrios a nivel de la concertación, el cual incluye el costo que tuvo que pagar ya el PS en la designación de cargos al inicio del gobierno por darse el gustito de tener Presidenta Mujer (y Socialista), y que por cierto ahora incluyen riesgos políticos como es el caso del cambio en el Ministerio de Educación, que como zona de crisis no está para “gustitos” del horno de un Partido con exclusividad.
En efecto, ellos o ellas, ni el mandarinato complacido van a proveer el 10% y más de respaldo que la Presidenta perdió de un mes para otro según la encuesta Adimark. Ellos ni ellas van a proveer de fuerza asociada al mando o al poder ejercido por la Presidenta, incluye la decisión de gobernar para empoderar a otros y otras que han estado y están fuera de las redes del establishment del poder político hasta ahora. Esto es porque, la ciudadanía no militante de partidos y la militante de base de los partidos de gobiernos que no forman parte de las consultas en las esferas de gobierno, y que son solamente llamadas a la hora de las votaciones de sus respectivas orgánicas o cuando se realizan votaciones en general, entienden, que el apoyo trasversal que dieran otrora con votos a la actual mandataria tenía y tiene sentido si efectivamente su propio y peculiar empoderamiento, es traspasado en estos 4 años precisamente a aquellos y aquellas que a la fecha y por diferentes razones no lo tienen ni lo han tenido. Es decir, a aquellos y aquellas que han estado fuera de los circuitos y redes de enriquecimiento de “las familias concertacionistas”.
En este contexto entonces ¿Cómo se explica la baja adhesión al gobierno de M. Bachelet con ciudadanía incluida? En la opinión de las mujeres sobre los 40 años que votaron a M. Bachelet la respuesta tiene a lo menos 3 componentes aunque es simple: son los partidos políticos de la concertación los que no la están dejando gobernar y cumplir su promesa. Es la herencia política de los gobiernos de la concertación la que le impide innovar en materia de gobierno, y entienden que Ella, está “presa o cautiva” de esas relaciones y circuitos de redes al poder político concertacionista construido desde 1.990. Y ojo aclaran: “no es el sistema el que no funciona, son las personas con nombre y apellido” las que impiden que el capital simbólico generado por la Presidenta se extienda, circule, se democratice más, eliminando los apitutamientos y padrinazgos como formas de acceso al poder político se entiende.
Son los partidos políticos y no necesariamente los militantes desconocidos. Y esto hay que dejarlo claro, se trata del “mandarinato de los partidos de la concertación incluidos poder legislativo” que impide por ejemplo que a nivel regional las decisiones de mando se salgan de los cánones tradicionales y se abran en incorporación hacia la ciudadanía.
Finalmente desde este peculiar segmento de la población, es decir, a los ojos de esta ciudadanía es la presidenta la que no termina de empoderarse en relación con los Partidos Políticos, con los notables de la concertación en beneficio de Chile. Y lo que falta es poner esos límites de manera tal que el rostro ciudadano nuevo, no repetido en verdad esté en los Ministerios. Dicho sea de paso, el Ministerio de Educación vuelve a ser dejado en manos de la incertidumbre en términos de imagen pública después que se ha dicho hasta el cansancio con movilización y paros incluidos que, aunque no es ni ha sido la prioridad de los gobiernos de la concertación, léase, los dos gobiernos democratacristianos y el de Ricardo Lagos, si es la primera prioridad de la ciudadanía trasversal. Es decir, es interés de Chile.
Alguien en la conversación dijo por ejemplo: “¿Por qué no puso a Felipe Harboe de Ministro del Interior la Presidenta? Un cabro joven, pro activo con la ciudadanía, jugado en el terreno, más fresco de cara a los medios… guapo” ( Disculpe sub secretario)
Y otra le respondió, bueno por lo mismo. No es de la DC y esta cuestión es cogobierno y cuoteo en beneficio de ellos. También cuestión de atrevimientos, de osadía, de innovación y de empoderamiento de la Presidenta, es Ella la que tiene que ponerse la falda “o los pantalones”. O sea importa que se ponga la falda. De otro modo quedara la impresión que no se la puso no más.

domingo, julio 09, 2006

Es el turno de los resultados

Lilian Letelier

Hay algunos detalles del comportamiento o de la personalidad de algunos actores políticos del mandarinato que generalmente son “lateros” y poco “prolíficos”. Me refiero a la soberbia, la pachorra, la pedantería, más que la agresividad, es la prepotencia al hablar o exponer ante los medios de comunicación. Actúan como para dejar la impresión que han hablado en estado de gracia o directamente desde el mundo de los dioses inmortales, cuando en verdad lo que les falta, es bastante camino por recorrer, al menos para no ser olvidado por los mortales de su siglo: contemporáneos y coetáneos.
En efecto, en los últimos días y producto de la bajada de la popularidad del gobierno y de la Presidenta Michelle Bachelet en la encuesta realizada por Adimark, no han faltado los locuaces que por cierto rápidamente declararon “muerta” a la ciudadanía que es la que según los estudios de opinión, y por fuera de los partidos políticos, la escogió y la apoyo en su camino a La Moneda. No existe dicen ahora, y parece que nunca existió ni nunca existirá.
O sea, los 10,3 puntos porcentuales de baja, que la posicionan con un 44.2% de aprobación son Objetos Voladores No identificados ni identificables (OVNIS) a la mente pragmática cuando no se está en periodo eleccionario. Lo mismo vale para los Partidos Políticos o más bien, para las cúpulas partidarias de la Concertación. Estos resultados o de cómo se explican no interesa por lo mismo, aunque la desaprobación se concentra en mujeres de 36 a 55 años: edad que incluye a la presidenta, y el nivel de rechazo o desaprobación a la gestión presidencial alcanza en junio al 34.8%, con un alza significativa respecto al 20.9% observado en mayo. Total, vienen dos años en que no hay votaciones de por medio. Y ese 10% de independientes tan necesario y “útil” es recuperable con cálculo político en una campaña electoral con buen marketing. Y tratándose de una candidata mujer, además con harta perla cultivada en torno al cuello y con su infaltable par de aretes del mismo tipo para no perder el “estilo”. Es cuestión de mecánica y de conocer los gustos del “pueblo” o “ciudadanía”.
Otros más cautelosos en cambio, más sabios y por cierto más prudentes comenzaron a buscar la ciudadanía ontológica y epistemológicamente. Ontológicamente se preguntan: ¿si la ciudadanía es el pueblo, la sociedad civil o la población muestral que determina una investigación de opinión pública? Epistemológicamente señalan que si existe, entonces ¿Cómo se exterioriza?, ¿como se conoce?, ¿como se manifiesta y en que condiciones se puede saber de ella? ¿Si es que existe algún modelo que permita identificarla con mayor o menor presencia?
La verdad es que en buen chileno y dejándose de payasadas y fanfarronerías cuando los estudiantes secundarios estuvieron en la calle y en las tomas para todos los chilenos y chilenas era obvio o si se prefiere evidente que la ciudadanía estaba precisamente “ahí” demandando y ejerciendo derechos. Cuando los padres de los mismos estudiantes, fueron a los liceos a apoyarlos a nadie se le ocurrió decir esto es responsabilidad del Ex ministro de Educación así que vayan a pasarle la cuenta a él. Tampoco se cuestionó el carácter ciudadano de las demandas ni se dijo que los padres y apoderados eran la nada ni la cosa ninguna en materia de sujeto político. Menos aún se dijo de los profesores. Para que hablar de los Medios de Comunicación. Había que apagar la efervescencia social justa de la ciudadanía y todos fueron necesarios.
Y el punto en cuestión entonces es que para la ciudadanía hay materias o asuntos públicos cada vez más trasversales como la violencia urbana y doméstica por ejemplo. Por estos días, cuando los automovilistas en Santiago, el gay power parade, los neo nazis, los delincuentes, los camioneros, se toman lo que venga y lo que quede de las viviendas sociales pasado los temporales, no es banal ni antojadizo preguntarse al menos ¿Qué cohesiona a la ciudadanía que permite que emerja con fuerza por fuera de la mano invisible del mercado? ¿Cuál es el lugar urbano de los movimientos sociales? Y no estamos hablando de restituir las categorías que usáramos en los 80 cuando no existía democracia, porque se trata precisamente de su emergencia en un contexto de profundización de derechos humanos.

domingo, julio 02, 2006

Hibernando con Sieg Hiel

Lilian Letelier
En pleno invierno es normal en Chile, hacer agua por todos lados pienso, mientras se introduce y se hilvana esta conversación sobre las tribus urbanas asociadas a la delincuencia, a la desprotección que emergen llenas de frío, con muertes atonales: iceberg de desajustes sociales. Lo primero que se me viene a la mente desde la memoria, es la comparación inevitable: en verdad, los que nos juntábamos en el garaje Matucana por allá por los 80, pasadas las 12, rockeros, pop, pasotas de tanto pinochetismo éramos niñitos de pecho comparados con estos “antis” al menos en organización y recursos. Recuerdo que ya en esa época los opinólogos de turno, expertos cientistas políticos, hablaban sobre ¿como sería integrar a la fuerza de los ochenta en la transición?
Vuelvo al lenguaje consabido de los informes del PNUD sobre la falta o déficit de comunidad que experimentamos los chilenos, el temor al otro, y la vulnerabilidad en que esa condición existencial es asimilada ya a nivel de los adultos en sus relaciones de convivencia donde por cierto no existe la confianza y la amistad, ¿Qué queda entonces para estos jóvenes chilenos en la debilidad institucional, patrimonial de su actualidad en-el-mundo y de su proyección?
En ese mismo lugar me pregunto ¿como es que está democracia en lo que va del año ya consigue echarse encima un movimiento de estudiantes secundarios, un movimiento neo nazi, un movimiento de cabezas rapadas, de raperos, sin considerar a los góticos, los rastas, hiphoperos, panquis, etc, etc? Todos ellos ¡que duda cabe!, formas de presentación de lo que es obvio: la exclusión social, participativa de los jóvenes chilenos. Un grito desde la privación de comunidad, de integración, de participación y porque no decirlo de soledad?
Observo a la polola del neo nazi joven que mataron por estos días a través de la televisión. Observo los rituales en el cementerio y durante el cortejo fúnebre. Observo las ropas de distinción, esos “raros peinados nuevos” como cantara el Charly Garcia, y las ofertas de integración de cada una de estas pandillas o tribus urbanas como elementos iconográficos que alguna vez mi generación también usara para diferenciarse de los “viejos vinagres que nos tenían rodeados”. Los comparo con esos otros rituales de jóvenes hipermodernos que van al gimnasio a levantar pesas para conseguir nuevas musculaturas porque todo aquello, allá y acá, los hace “poderosos”, potentes, en su narcisismo a prueba de golpes y al parecer de balas, camino a la inmortalidad del ego en Hiperbórea.
¿Qué es lo que les hace falta?, ¿Qué es lo que no tienen que derivan formando estos grupos tribales de defensa como si de lo que se tratase es de apertrecharse ante un medio hostil?
Un socialista guatón y empingorotado responderá: “en toda sociedad moderna, estamos expuestos a estos niveles de anomia y desintegración”. Por lo tanto es normal que cada cierto tiempo estas problemas aparezcan, pero son episodios sin relevancia. Nada nuevo bajo el sol.
Otro socialista, no nacional sino critico ordenara preguntas en una dirección: ¿Cómo es que la fragmentación social, la pobreza, la falta de pertenencia, la desintegración moral y ontológica, la anomia ha permitido la acumulación de ese depósito de inseguridades subjetivas, lesiones a la autoestima, al punto de volver a repetir la experiencia de inscribir en el cuerpo del otro joven la marca de la intolerancia? ¿Cómo si todavía no acabamos de salir de una? Sigo en el recuerdo de los hermanos Vergara, de Rodrigo Rojas Denegri, de Carmen Gloria Quintana.
Siguiendo a Humberto Giannini en la formulación de su ética negativa digo: ¿Qué tiene que ver todo esto con las “ofensas” y el perdón desteologizado y psicoanalítico de la ciudadanía chilena que no llega y al que no arribamos.