lunes, octubre 15, 2007

Del Bacheletismo Aliancista


El juego de construcción de identidades es como el juego de construcción del orden social deseado por lo mismo esto de ser “bacheletista aliancista” suena hoy a ser “pokemon pelolais” y ayer “guachaca momio”. En verdad esto es como decir que la fauna crece, se amplia en derechos humanos y la conversación sobre la democracia moral que hará y hace la ciudadanía suponiendo la reformulación del pacto social también experimenta la misma suerte. Y la transformación no es necesariamente travestismo, ni camuflaje porque en los procesos de subjetivación hay memoria y ella contendrá la consistencia para sobrevivir.
Dichas así las palabras, en efecto, se entiende que cuando Bachelet propone la reformulación del pacto o contrato social de acuerdo a los nuevos ejes de modernización e ilustración del siglo XXI, tiene en mente profundizar el pluralismo de la democracia actualmente existente sobre la base de establecer una suerte de descentramiento, por una parte del pensamiento único, y por otra del monismo moral. Del pensamiento único como desplazamiento crítico de los socialismos realmente existentes y vigentes vía partidos políticos, orgánicas y disciplinamientos y cuyo ejemplo hacia la opinión pública se exhibe en el film alemán: “la vida de los otros”. Y del monismo moral, como desplazamiento de acuerdos implícitos desde 1.990 a la fecha entre gobierno e Iglesia Católica, y que tiene como ejemplo por un lado el aborto, y por otro, la significación de la lealtad hacia fuera y hacia dentro de la Concertación respectivamente. Ambos, aborto y lealtad, lo suficientemente instalados en las praxis discursivas locales de la élite mandarina como para mantener cancelada conversaciones y no explicitar políticas públicas.
En este mismo sentido, la propuesta sobre construir un nuevo pacto social tiene como punto de partida el liberalismo político (Rawls) y la ética dialógica (Habermas) ya que ambas buscan acentuar el compromiso con la ciudadanía, el compromiso en la defensa de la justicia, en las democracias modernas sobre la base del pluralismo pero con ciertos contenidos mínimos. Es decir, abre la puerta a la Derecha Política Nacional para que de una buena vez, sobretodo si quiere ser gobierno, se modernice, no valiéndose de la fuerza de las armas y la sedición para mantener el control económico y político del país, sino que, precisamente valiéndose de la democracia como consenso en el sufragio, pueda venir a explicitar los contenidos que la misma tenga sobre lo que sea la “justicia social”, en otras palabras lo que sea una Ética de la Justicia Distributiva.
Por cierto, la invitación incluye a las bases o soportes del actual gobierno para que también puedan explicitar y potenciar la adhesión a la supuesta concepción de justicia. Implícitamente es una interpelación a rayar la cancha en términos de lo que en ciencia política John Rawls denomina como “concepción moral de la justicia (distributiva) para la estructura básica de una sociedad”
[1] y Adela Cortina prefiere nombrar como “ética de los mínimos de justicia a los que una sociedad pluralista no está dispuesta a renunciar”[2], para de este modo apuntar a resolver y fortalecer los acuerdos, y reducir la conflictividad social emergente dada la inequidad.
En este horizonte, lo primero que se pone en discusión a nivel país, es si la élite política posee las habilidades sociales para sostener, hacer seguimiento y desarrollar la trayectoria de este acuerdo desde la transversalidad de los convocados en el entendido además que se vive una suerte de autonomización de la esfera económica al punto que la “cuestión de la distribución” o de la justicia económica resulta ser un asunto de expertos clausurado a los ciudadanos y ciudadanas.
Y en términos de habilidades sociales, lo que surge en el escenario de parte de la derecha son actores como Lavín y Longueira que al parecer entienden el sentido de futuro, la compleja cuestión de la construcción del orden social nacional, el multiculturalismo, la diversidad, la necesidad de salir del subjetivismo moral en pro de la gobernabilidad. Todo ello, porque asumen la universalidad de la propuesta más allá de las chamuchinas y los entredichos locales propios de la farándula y el espectáculo político, lo cual es como decir que saben discriminar el trigo de la paja.
Desde el más acá del gobierno, la discusión puede llegar a ser convocante si se despliega la discursividad hacia aspectos de la vida mundana que se insertan en la experiencia moral del espacio cívico (Giannini, H) y no como un simple juego otra vez de la farándula. Es decir, si es la ciudadanía, los trabajadores, los jóvenes, las mujeres los que puedan comenzar a generar conversación sobre lo que sea justo, lo que sean las normas, en un ejercicio de la razón práctica, y una delimitación de las exigencias con seriedad. Es decir, más allá del legislativo, más allá de los partidos políticos, más allá de las coaliciones, que emerjan los sujetos legitimando/objetivando una ética de los mínimos y por lo mismo comprometiéndose en la construcción de una democracia moral
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[1] Teoría de la Justicia, John Rawls, 1978 El Liberalismo Político, John Rawls, 1996.
[2] Ciudadanos del Mundo: hacia una Teoría de la Ciudadanía, Adela Cortina, 1997.

1 comentario:

Kenneth Bunker S. dijo...

Ok, de acuerdo. Esta bien. Pero el problema de fondo tiene que ver con los que manejan nuestro país y los medios que utilizan para lograrlo. Es decir la estrategia electoral que utilizan para así conquistar.

Recordemos también que toda acción política inteligente es basada en la realidad y las condiciones socio-culturales que imperan. Ahora, si bien observamos como actúan los políticos bajo el enfoque del Rational Choice podemos ver que la acción natural de los actores es maximizar su beneficio.

Y este nuevo hibrido (a lo que acertadamente defines como una especie de poke-lais), es justamente eso: optimizar su resultado. En que quiera que sea el objetivo.

Ya sea inventar un nuevo paradigma político que no luche por el poder (como es), sino por el bienestar (como debería ser), y lo que plantea Don Joaquín. O simplemente lo que el populacho cree, una nueva táctica política.

Ya sabemos que el desmarque histórico de la política que caracteriza a Lavín pretende(o bien pretendía, como sea) maximizar sus votos en la urna. Pero, si bien sea, por cualquiera de estos dos caminos que el halla optado tomar, ya ha dejado una huella. Es decir, se ha cumplido la inmortal ley que nos indica que toda causa tiene un efecto. El Mr. Lavín ya entro a la escena política de los pre candidatos, y aunque el insista en que no es su cosa, sí le dio un remezón al escenario nacional.

Tema que nos lleva de vuelta a lo fundamental. Haga lo que este haciendo, pase lo que pase, Lavín esta influyendo, cosa que fácilmente podrá usar a su favor al final del cuento si es que la suerte lo acompaña y su fin (cualquiera sea) quiera concretar.

Saludos a las tierras del piduco, de donde orgullosamente tengo raíces..

Kenneth