domingo, junio 29, 2008

Un Desencanto llamado Democrático: De los llantos o inflexibilidades del machismo simbólico


En el campo de la política y en lo específico, lo que está en juego a nivel nacional de cara a las próximas elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales, de cara a la gobernabilidad actual en el escenario de las configuraciones consabidas desde 1990 en adelante es: la valoración por parte del electorado y la ciudadanía emergente, de una forma de la ética que asociada a las tres formas de capital: cultural, social, y simbólico, todas especializaciones en el mundo moderno, del capital económico; en democracia, ha sufrido irrupciones, consolidaciones, victorias, transformaciones, descentramientos, afectos y desafectos, y porque no decirlo, deterioros.
En la construcción cultural popular, en la cual por cierto han contribuido los medios de comunicación de masas, el malestar viene siendo asociado a percepciones sucesivas de consolidación burguesa, oligárquica de la inequidad distributiva, en defensa además de la desigualdad. Y a la comprensión cada vez más elaborada de la decadencia del circuito mandarín, que por una parte juega y simula luchar por cambiar este estado de cosas, mientras por otra, busca participar, construir y reproducir desde la institucionalidad de gobierno, el mismo mal.
En efecto, lo que está en juego es la valoración moral por parte de la ciudadanía, hacia una elite mandarina construida desde la asociatividad y de la planificación cerrada del chorreo de capitales entre ellos y ellas, todas familias de la elite política y de las máquinas del poder, que sumando derecha, centro e izquierda, gobiernan desde 1990 y aspiran a gobernar el futuro más allá del 2.010, sin grandes transformaciones, sin grandes propuestas, sin grandes ideas o proyectos, más que no sea, la propia defensa de sus respectivos espacios y posiciones ganadas para y por el poder.
Al fin de cuentas, se trata de la defensa de sus intereses corporativos, financieros, políticos ahora institucionales, construidos desde antes de 1990 por la derecha política y económica, ampliados hacia ciertos municipios vía empresas prestadoras de servicios con posterioridad a las victorias electorales como una forma de garantizar la ampliación del chorreo al menos a las recientes emergentes generacionales. Y por cierto, también están los propios gobiernos de la concertación, que tienen a su ver a estas alturas, varios íconos institucionales: Chile deporte, Inverlink - Corfo, Mop Gate, EFE, Educación, D.O.S. Servicio de Identificaciones, sin aún auscultar, las redes de capitales asociadas e invertidas a figuras públicas individuadas como los ministros, ex presidentes, parlamentarios, etc., que se promueven e inmolan como representantes gloriosos y afamados ostentadores del capital simbólico sin más, y que por cierto les permite circular desde un gobierno a otro, transitar de un eje divisor político cultural de aguas a otro, simulando portar como si se tratara de entelequias, transferencias de ciertas garantías, de confianzas, acuerdos de gobernabilidad tránsfugos, que por cierto, deben a posteriori ser leídos como parte del ejercicio del “servicio público”.
En verdad, el punto es que el poder por el poder no existe. Y obtener el poder para ponerlo al servicio de otros y otras está en cuestión. Lo que se ve es que el poder cuando se adquiere, se adquiere asociado a los otros capitales. Se busca por tanto además del dinero o capital, los bienes, la fama o prestigio, acceder a la educación ojala norteamericana y a la red de becas y circuitos de la burguesía oligárquica republicana, acceder a las familias que las entregan y controlan: partidarias, religiosas, militares, espirituales, etc. Se accede a las redes institucionales para obtener dinero desde el Estado, desde diferentes reparticiones públicas, y una vez que se tiene, se comienza a luchar para no perderlo, simplemente para mantenerlo y ojala ampliarlo. Y este es el circuito de operaciones que desde dentro del gobierno y desde la derecha está en jaque porque a 18 años de gobierno, es esta democracia la que sufre deterioro con “nombres y apellidos”.
Y esta en jaque o cuestionamiento porque “son estos nombres y apellidos”, baluartes otrora de la democracia y su recuperación, integrantes de connotadas familias políticas, los que están puestos en “tela de juicio” por la ciudadanía. Ejemplos en ámbitos distintos: ¿Por qué se cuestiona a la Ministra de Educación, al Ministro de Gobierno, al de Interior y al de la Presidencia? Con distintos tiempos en el poder, y con distintas historias de liderazgos, el tema es la credibilidad de sus circuitos de relaciones sociales, políticas, económicas que ostentan, dicen circular y por cierto además, se los contrata. Es decir, el cuestionamiento del malestar son: sus respectivas inserciones en el poder conforme todos los capitales que portan a la fecha.
¿Que se le cuestiona a la derecha, que se le cuestiona a los candidatos a presidentes de la DC?, ¿Qué surge de los municipios cuestionados de la UDI por la Contraloría? Ni más ni menos que la instalación desde la derecha de una nueva generación que se suponía representaba el servicio público popular, y que por cierto en ese ejercicio, ha construido poder económico consolidado a través de los otros capitales ya escritos.
Por lo mismo y desde este lado, llantos más e inflexibilidades menos tratándose de la primera mujer presidenta, donde si hay responsabilidad que enjuiciar, y que potencia el malestar, es, en la mala selección del equipo de gobierno y en faltar a las promesas de transformación de la élite mandarina. Por el momento, esas promesas no se cumplieron y el cuarto gobierno de la concertación se deteriora precisamente porque después de dos gobiernos que han prometido esa re-ingeniería, uno optó por consolidar sus propios negocios o intereses a costas de fraudes y jarrones rotos, y este, el actual, buscó parapetarse en una extraña construcción simbólica que apuesta a la seguridad como si no fuere represión, caracterizada por la presencia en palacio de una elite “vieja” representante de esa casta oligárquica plutocrática mandarina que transita y trafica con la entelequia de la gobernabilidad ya mencionada, auspiciada por lo republicano, pero que, en el fondo, se duerme en los laureles italianos de su propia reproducción y se hiperventila en su narcicismo. En este contexto, la gerontocracia de la oligarquía plutocrática democrática asociada a sus respectivas familias de sucesión en el campo político, podrán entregar la seguridad que se requiere para terminar este periodo de gobierno, pero no entregara la oportunidad, la apuesta, el desafío, el cambio, la renovación, la oxigenación que en verdad la ciudadanía necesitaba y necesita para confiar en el carácter “representativo” de sus líderes mandatados por sufragio universal. Siendo así, esta vez más, más que en otras elecciones, la ciudadanía será sometida a la profundización del malestar y a lo que pueda hacer sobre este el capital económico. Será este el que al fin de cuentas resolverá más que en otras ocasiones el voto. Garantías de quien robara menos, garantías de con quién ganaré más durante el proceso de campaña y en el flujo individualista serán el (des) light motive. Unos y otras en la ética reducida de las opciones de esta miserable democracia aún vasalla de una casta oligárquica plutocrática burguesa que juega a la caridad, juega a creer y a definir “que sea el servicio público”.

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