domingo, julio 06, 2008

Oda a la Ignorancia Enajenada… También del Femicidio


En el mundo de la verdad relativa se da una relación fundacional entre cuatro componentes: deseo, apego al objeto de deseo, constitución o estructuración del ego en torno al deseo y el sufrimiento sea como celos, sea como exacerbación de la apropiación del otro/a objeto de deseo en el ordenamiento que experimenta el proceso de emparejamiento en el mundo moderno, sea como sentimiento de pose o posesión que también se experimenta en el proceso de construcción de parentesco, y sea finalmente, como abandono o disolución, al descubrir además la otra cara del apego, el desapego forzado, recurrente y sucesivo del objeto de deseo en su gerenciamiento durante la vida adulta. Ocasión que remece y retrotrae al duelo y por cierto al sufrimiento.
Sin embargo, para iniciar la conversación sobre estos puntos, es necesario aclarar algunos aspectos del proceso de estructuración del Ego en estas experiencias. En efecto, el ego se conforma o toma forma al reconocerse o delinear al otro u otra objeto de apego a través de la experiencia de lo que en occidente se denomina amor, o también, pasión, erotismo en el contacto carnal.
El ego se da cuenta de su existencia al auto percibirse, como esclavo del apego al objeto deseado. O como caído en la red de relaciones, fecundas para la administración de las relaciones sociales y del trabajo.
Y por cierto, en la subjetividad, el ego experimenta el sufrimiento, al constituir esta realidad en el ámbito de lo absoluto. Es decir, cuando el ego se auto percibe esclavo del apego a un objeto de deseo al interior de un continuum existencial en un curso irremediable, constante y avasallador. En un cierto sentido, se refiere condicionalmente, a cuando la experiencia del apego al objeto de deseo es la que comanda ya la constitución del ego en el mundo.
El sufrimiento en este nivel se refiere a la intensidad de la estructuración del ego en su mundanidad relativa al objeto de deseo, el cual por cierto, puede ya no estar en la misma equivalencia de apego, con aquel o aquella que ha hecho en el espejo de soporte, o cuando ya se ha filtrado la pregunta en torno a si el soporte otro/a del espejo, merece la validación institucional del parentesco.
Es decir, el sufrimiento surge cuando el ego se estructura en el mundo, solidificando su constitución por una parte, a partir de la solidificación de un objeto de deseo históricamente constituido como apego en su horizonte contextual, y devuelto a la impermanencia del conjunto por otra parte, y finalmente de acuerdo al orden natural de lo existente.
El ego sufre porque es ese apego a un deseo ausente de objeto, lo que lo constituye como yo en el mundo relativo del samsara, pero además, ese yo es auto percibido como “sí mismo”, como un en sí, sólido estructurador de la experiencia y único o única narrador/a donador/a de sentido al curso de esa experiencia. El sujeto que sufre se cree la solidez de la experiencia que narra.
Pero el ego también puede sufrir porque constata la impermanencia de su sí mismo donado al otro, sufre por la relación de pérdida, por la historia, es decir porque nada de aquello tiene existencia en sí y porque perdió inversión pulsional irrecuperable en el contexto del proyecto de vida.
La ignorancia aquí tiene que ver con un ego que no asume o no sabe o no conoce o no reconoce la impermanencia, la no durabilidad, la insustancialidad, la ausencia de atman, es decir, la ausencia de ego y la vacuidad. Mientras se cierra en la solidificación de la sustancialidad de su ego, y en el discurso que este genera hasta oscurecer su mente.
En efecto, la salida de este círculo cerrado, pasa por observar el mundo de la verdad relativa y alertar al yo en relación al facilismo con que se cree el cuento o rollo de su importancia personal, su esencialidad, su sustancialidad. Cruzando esa forma, no solo con la argumentación de la impermanencia, sino por el rompimiento de la ignorancia. Ahí se puede abrir un camino de libertad.
Evidentemente se trata de un camino que analiza y desmonta a largo plazo, el continuum discursivo de la solidificación del ego en el proceso de posesión, del sentimiento de pose del cuerpo del otro/a, ad hoc, al proceso de emparejamiento y construcción del parentesco. En síntesis, implica la revisión de la experiencia sexual y orgásmica como propiedad de cualquiera de los dos miembros de la pareja humana.
En un sentido lato, implica analizar el apego como constructo o dispositivo de poder en tanto impulso libidinal circulante transferido desde la pareja humana hacia otras esferas o campos de actividad.

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