domingo, abril 19, 2009

¿Será Frei capaz de hacerse el harakiri?


Las dudas que aparecen en torno a la candidatura de Eduardo Frei Ruiz Tagle son de carácter endógeno, es decir “hacia dentro” de las fuerza políticas que lo apoyan y lo apoyarían en su intento por llegar al sillón presidencial por segunda vez, y no exógeno, es decir, en su relación con otras fuerzas políticas en confrontación específicamente con la Alianza por Chile. Aunque las mismas pueden hacer antropofagia de esas fragilidades argumentativas, si como de hecho puede ocurrir, no se encaran las falacias y las verdades en el tiempo de la política que tiene plazos cortos esta vez.

En efecto, el “hacia dentro” tiene más que ver con los contenidos de lo que sería su propuesta de gobierno 2.010 – 2014 en torno a los compromisos abortados o frustrados. En definitiva promesas y ofertas no cumplidas de los anteriores gobiernos de la Concertación por una parte, lo que debiera llevarlo a revisar críticamente la gobernabilidad pasada principalmente en lo que han sido sus errores, dada la oligarquización progresiva de la élite mandarina de la cual forma parte, sea como su heredero y representante, la creación de circuitos claramente corruptos asociados al nepotismo y que por cierto indirectamente lo involucran en cuanto perteneciente a un partido y a una familia política, así como a la propia coalición. Ejemplos ya tenemos de sobra: traspaso del mundo privado al público y viceversa con tráfico de influencias, de redes de parentesco y de negocios, de capitales sociales, culturales, económicos, etc.
Este proceso de revisión crítica “hacia dentro” debería por cierto considerar otra arista no menor de este empeño y desafío en el que está decidido a jugársela con rienda en la mano, y que dice relación con lo que en su propio juicio haya sido, es y sea, su propia transformación cultural como líder, dirigente político cualquiera sea el carisma que quiera poner en juego durante el proceso de campaña electoral.
En términos generales se menciona ya en la opinión pública el carácter definitorio que debiera tener la presencia de su familia en el gobierno en términos de inclusión o exclusión, dada la ética política que en el clima social y de la opinión pública, se ha ido construyendo durante estos últimos años. Sin embargo, a lo anterior debiera sumársele la importancia y la significación que la ciudadanía pueda darle a los atributos, a los actos, a las palabras y a las presencia de las sucesivas familias y parientes de los presidentes en los gobiernos pre y post Frei, es decir, la evaluación por ejemplo que se hace de la presencia en los respectivos gobiernos de la familia de Lagos, de la propia familia de Frei, de Bachelet, y con menos memoria de Aylwin. Asuntos que por cierto, a estas alturas del campeonato no son detalles “menores” y de poca relevancia.
Es más, debiera ser importante no solamente la preocupación por el “tipo de participación” en torno a las familias más importantes y a los cargos que ocupan, sino a todos aquellos miembros participantes de los cargos medios y de la alta gerencia pública con los cuales el gobernante llegara al poder de ganar. En el caso de la elite concertacionista, y su nicho electoral, las ofertas de campaña deben cuidar “mucho” y “muy bien” su relación no solamente con el sector popular, sino y esta vez, con los sectores medios, pues son estos los que se perciben cansados “éticamente” de mantener, preservar y sostener el hilo sustentable de lo que otrora se llamara reserva moral.
Por lo mismo, en todos los sentidos, el problema que enfrenta Frei es complejo. Debe hacerse cargo de su propio cambio de liderazgo que debería impulsarlo a transformar la élite actual e instalada desde 1.990, y democratizarla más allá de su propio grupo, élite y ethos lo cual implica trascenderla, cortar con aquellos que, ya instalados, lo han escogido para que se los mantenga donde están y sin riesgos, incluso colocando en posiciones privilegiadas a sus delfines cuando estos son sus propios parientes, hijos o hijas. Mal que mal, el mismo es un representante de la oligarquía democrática que patrocinada por el sistema binominal ha sido incapaz después de 19 años de proponerle al país otro rostro, es decir, él mismo encarna la repetición, a modo de alternativa a que la derecha política arribe al poder, y en esa encrucijada pierde credibilidad y confianza.
En verdad, en el proceso de campaña no solamente se le pedirá que convenza a la gallada o gente, sino que les demuestre que el argumento de la derecha en torno al cansancio y al agotamiento de la concertación no tiene asidero en la realidad. Esto, en términos de gestos significa ni más ni menos que entregar a priori las caras y los rostros de las familias “nuevas” y jóvenes”, distintas/diferentes que propone para demostrar que en su gobierno “no habrá más de lo mismo. Y que, precisamente los apellidos que ya han estado en la opinión pública, esos, no se repetirán con Él durante su gestión. Como todos y todas entienden, estas demandas fueron solicitadas ya en campañas anteriores y no fueron cumplidas.
Es más, el 10% que le faltará a Frei para ganar, va a votar por él si se convence antes de las elecciones y en el proceso de decisión del voto, que los rostros y las caras nuevas tanto a nivel regional y nacional, dan el marco de equipo que sustenta el cambio y la transformación de Frei como líder. Internamente eso supone entonces que él se haga su propio harakiri, la que no hizo Bachelet porque las fuerzas políticas no la dejaron, donde Lagos metió nepotismo “blaqueador” asociado al empresariado y donde hoy tenemos como resultado círculos de corruptela y “negocios raros”.
Frei entonces debería ciudadanizarse, pero de verdad. Y la gerontocracia de la nomenclatura que ya lleva entre 10 y 20 años en los gobiernos debería ser lo suficientemente generosa para abrir camino a “caras nuevas” en los puestos de gobierno. Que no se trata esta vez, otra vez de “huachar puesto de gobierno”.
Una vez que este contexto sea modificado y para lo cual queda poco tiempo, solamente entonces se podrá decidir la conversación sobre el futuro y los temas país como la producción de energía, la innovación tecnológica y el desarrollo sustentable, o el manejo de la crisis del capitalismo en la era de la globalización.

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