lunes, junio 25, 2007

Opinión Licanten versus Licancel


Leyendo en una entrevista dominical (La Tercera) al Doctor Honoris Causa A. Touraine sobre Política Europea y Latinoamericana al preguntarse así mismo sobre “¿Que es Chile?” y responderse en la misma línea: “Minas y Banco”, casi en lo que fue una mueca de risa pensé: se le escapó al connotado cientista social agregar detrás de “Minas y Banco”… “Celco”. Es decir forestales, celulosa, que además se abre hacia Brasil y Argentina en sus inversiones y en su modelo de exportación de la explotación de los recursos naturales.
En efecto, nuevamente la empresa que comenzó sus negocios en la Séptima Región del Maule comprando a CORFO a precio huevo lo que hoy es casi un oligopolio Matte Angelini, deja caer su modelo de desarrollo sustentable, está vez no sobre los Cisnes de cuello negro de las Cruces, sino sobre los pescados, la flora y la fauna de Licanten, del río Mataquito. Sin embargo lo que preocupa desde esta observación por ahora, es la situación y posición del Gobierno, del Estado Nación delante de una tambaleante y porque no decir decadente comunidad de científicos.
Preocupa que el discurso de gobernabilidad sea: “esto no puede volver a ocurrir”, cuando de hecho ocurrió, cuando de hecho instalados como nación en el tráfico del capital hacia la ciencia, el Estado – Gobierno no puede hacer más que lo mínimo: generar un discurso que en su pragmática es vacío de sentido, vacío de orientación, vacío de hacer, vacío de ejecución, vacío de praxis porque la voluntad política no resuelve ya la voluntad económica.
Por cierto sabemos desde Foucault en adelante que hay una relación simbiótica entre el Saber y el Poder. Son dos caras de una misma moneda. Lo sabemos no solamente en un contexto de producción de modernidad, sino, como verdad, conocimiento, tecnología que históricamente genera poder, y a su vez lo construye asociándose con las diversas instalaciones políticas económicas de los respectivos gobiernos.
Sin embargo últimamente, a raíz del caso Bunster - Ex Teitelboin, y por cierto sobretodo a partir de los informes de investigación de las respectivas universidades para el caso de los cisnes de cuello negro en Las Cruces y ahora de los peces del Mataquito se llega a la terrible constatación: el Estado de Chile no tiene infraestructura en el desarrollo de tecnologías limpias, burocracia y capacidad instalada a nivel regional ni a nivel país para construir verdades, conocimientos y argumentos a tiempo, y en el tiempo necesario, a una exigencia de control de gestión, de calidad, de administración, de transparencia en el manejo de fondos de investigación científica. De un modo general se refleja que hay problemas de corruptela y decadencia en el circuito de influencias precisamente allí, en ese espacio donde se entiende debería chorrear un plus o halo ético moral hacia el resto del quehacer o actividades públicas.
Es decir, al problema que el Estado de Chile no tenga ni produzca su propia red de investigación científica para salvaguardar el patrimonio de todos los chilenos y chilenas de la “contaminación” y el desastre medioambiental, lo cual desprovee a la ciudadanía de protección en relación con la preservación; se agrega esta vez que sea la propia ciencia nacional y la inexistencia de una comunidad científica chilena construida sobre un “ethos sólido” la que permita precisamente zanjar los términos de la relación individual y/o de determinadas instituciones con el mercado de las investigaciones científicas y de la producción de saberes “oportunistas” hacia quienes portan o detenta el poder económico toda vez que la mano invisible oculta la racionalidad última de verdad o mentira/verdad.
En síntesis, los científicos y el campo de la ciencia en su proceso de autonomización e individualismo, han generado la venta y compra de conocimientos sin regulación y el mejor postor dueño del capital las usa según convenga porque hay argumentos y verdades para quien quiera comprarlas, mientras el patrimonio y los bienes nacionales comienzan a sufrir el efecto de posibilidad de extinción sin que ninguna acción del Estado permita ponerle freno.
Lo que sucede es que el gobierno y por cierto el Estado de Chile al privatizar la producción y generación de conocimientos y verdades durante los años 80, al entregar las universidades al mercado de la oferta y demanda, se fue quedando sin una política institucional para la investigación desarrollada e implementada para la defensa del medio ambiente y de los bienes nacionales. Y finalmente, la entrada de estas reglas comienza a pasarle la cuenta a quienes debieran generar y producir una ética de las verdades científicas al interior de los propios centros de i9nvestigación y de las universidades. Tal cual están las cosas, hasta los propios científicos han sucumbido al dinero. Y por cierto en la comunidad de investigadores, en las universidades que hacen de espacio que los acoge, no hay moral que detenga este comportamiento depredador y incivilizado.

1 comentario:

project dijo...

La sociedad, el mercado, la educación, ya no nos pertenecen. En rigor el personalismo ha triunfado sobre el bien común.
Es la decadencia de los valores.
Que nos queda, unos profundos y bellos ojos para mantener la esperanza.