martes, agosto 07, 2007

El liderazgo de Bachelet comparado con sus Pares


Evaluar el liderazgo ejercido por la Presidenta Michelle Bachelet en lo que va de su gobierno sin introducir la variable de género requiere por cierto precisar por lo menos los modelos de comparación en relación con otros desempeños del mismo tenor, es decir, se trata de indicar los ejemplos pares con los cuales puede realizarse la comparación por una parte, y por otra, revisar los contenidos de sus compromisos, ofertas y propuestas realizadas en campaña después.
En relación con la primera opción, es decir, siguiendo una comparación con sus pares, lo primero que salta a la observación es la necesidad de hacerlo con liderazgos ejercidos dentro de la misma conglomeración política que ha estado en el gobierno desde 1.990 a la fecha y que también por cierto es la base de su actual apoyo, es decir, sus referentes son ni más ni menos que: Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz Tagle y Ricardo Lagos Escobar. Y hacerlo, en el marco de la recuperación y estabilización de la democracia.
En efecto, al comparársela con los tres en el contexto democrático, el único que compite con ella en la actualidad después de 17 años, en términos de carisma, cercanía ciudadana, empatía es Patricio Aylwin. Mientras uno se simboliza como el buen padre ante el imaginario colectivo, la otra se construye en la medida de lo posible, como la buena madre. Uno y Una profundizan en construir vínculos hacia la ciudadanía basados en el respeto por oposición al autoritarismo, en la capacidad de acoger, incluir en vez de rechazar y marginar, en la calidez en el trato hacia las personas, en la capacidad de escuchar, en el saber ser generoso/a y justo/a, en buscar sintonía, y por cierto en saber tomar decisiones a tiempo y mesuradas.
En verdad, si se observa desde estos criterios el ejercicio de liderazgo de Bachelet suma una alta nota, salvo en algunos en los cuales es de largo aliento inscribir comportamientos diferentes a los que históricamente como chilenos y chilenas hemos socializado.
En efecto, en un clima donde la adquisición y circulación de la pompa de ser presidente o presidenta de Chile, el recorrido para llegar hacerlo ha dejado de ser simbólicamente importante para la ciudadanía, donde esta condición perdió interés de participación, interés de proyecto de vida y de realización; entonces, el ejercicio de liderazgo de Bachelet se ha topado con detalles que vienen del modelo patriarcal presidencialista de gobierno por una parte, y, con un sesgo de imprecisión propias a la emergencia de lo nuevo por otra. Todo esto, sin entrar a evaluar el efecto que genera el clima de desencanto en la población acerca de lo que es fue y sea un gobierno democrático que por cierto es harina de otro costal.
En este contexto, lo que pudiera decirse es que el ejercicio de liderazgo maternal ha perdido la impronta de ser un liderazgo también paritario. De hecho en la Moneda, en el equipo de ministros los dominios y competencias, los posicionamientos claves están en manos de hombres los cuales su única condición es mayoritariamente presentar formas de ejercicio del poder masculinas, clasistas y androcéntricas. Pueden aparecer como suaves y dóciles, pero en el fondo son autoritarios, despóticos y defensores de una cultura de élite, de clase, nepotista.
Es más, lo que efectivamente le ha jugado en contra a Bachelet es precisamente ordenar esos egos desde la generosidad y la toma de decisiones. Y en esa arena se le ha ido su mayor caudal de energía de liderazgo. Es decir no ha podido traspasarles su disciplina, traspasarle su solidez en términos de respeto a la ciudadanía, traspasarle la vocación de servicio público manifestada en su capacidad de acoger y abrir democracia. En verdad podría decirse que, por sobre estás condiciones, Bachelet ha tenido que sobrepasarse en severidad, sobre pasarse en ambivalencia, sobrepasarse en sobreactuación de un liderazgo austero y adusto, sobre pasarse en simpatía hacia la rigidez.
En términos reales, en lo que va de su gobierno como nunca desde la recuperación democrática, Bachelet ha acogido el sentir de los estudiantes, los trabajadores, de diferentes áreas del país en términos de sus demandas. Sin embargo, sus ministros no lo han hecho del mismo modo confiados precisamente en el esquema de liderazgo Frei – Lagos: controlado, autoritario, mandón, machista, de centro derecha como muy bien lo calificara Altamirano en una entrevista de un diario dominical.
Así las cosas por cierto, la pregunta que no se soporta a si misma es preguntarse por ejemplo ¿Cómo habría reaccionado Lagos o Frei con los estudiantes, con los trabajadores de Codelco y de la Celulosa Arauco? Y la respuesta más obvia es que los habrían reprimido, que no los habrían escuchado, y que no habrían legitimado sus demandas en términos económicos. Entonces, en este punto las preguntas que se caen del guindo son ¿Qué cultura está evaluando el liderazgo de Bachelet? Y por cierto ¿en que cultura política están quienes están gobernando con ella?

1 comentario:

El Oscar dijo...

Discrepo profundamente,Bachelet no ha acogido las demandas de los diversos sectores,sino que éstos conscientes de un liderazgo ausente se han organizado en pos de sus propuestas.Ante el conflicto estudiantil,su capacidad de respuesta fue nula,jamás se ha antepuesto a los hechos.A un gobierto y su conducción no se le evalúa desde la perspectiva de género,sino por la forma en que encaró y solucionó loa grandes problemas ciudadanos.Un país y un gobierno debe ser conducido por un( una ) líder,situación ausente en estos momentos.