lunes, noviembre 21, 2005

EN EL RIESGO y en la apuesta: ESTOY CONTIGO C.Lilian Letelier

La cosa pública está que arde y eso es bueno: por la ciudadanía en elecciones, por los presidenciables y la presidenciable, de refilón por las parlamentarias, y sobretodo por la democracia. No podía ser de otro modo después de todo, junto con la democracia, también tenemos que confirmar que existe: un poco de incertidumbre y comenzamos entonces a sopesar el valor de cada voto en la participación popular, un poco de riesgo y entonces comenzamos a medir el tamaño de la veracidad, de la falacia, y del populismo; un poco o mucha pasión y comenzamos a cobrar la confianza, la gobernabilidad, la historia de lo que hemos vivido y por donde hemos caminado, y también un poco de juego, entonces comenzamos revisar el compromiso social cuando no a buscarlo en los otros y otras, cara a cara, cuerpo a cuerpo.
En efecto, como comunidad en esta última etapa antes de emitir el voto, comenzamos a sincerarnos al tentar identificarnos con cualquiera de los y las candidatas para proyectarnos en el tiempo histórico y en el espacio. Ahora, en estos últimos días comenzamos a mirar el escenario político, -de verdad y buscando la verdad que pueda haber en él- , comenzamos a ver quienes somos, quienes hemos sido y que queremos ser, sin revisar la mayoría de las veces todas las carencias, todas las privaciones que queremos espejear y de las cuales haremos responsables al candidato o candidata al cual queremos darle el voto. Porque es cierto, en el voto aparecerán todas nuestras obscenidades, mezquindades, egoísmos, y por cierto también nuestras generosidades.
Y antes de que se concretice aquello en la urna, en estos días comienza a inscribirse y a tejerse esa suerte de identificación con la candidata o el candidato al cual se le dará el voto. Se trata de una identificación oscura, temeraria, y compleja en términos de contenidos subjetivos porque el electorado, es decir los chilenos y chilenas ante el voto tenemos culturas políticas diferentes: algunos con la memoria puesta en los principios se mantienen firmes en su tradición sean de izquierda, derecha o centro político. Votan por convicción e identificación con las ideas, se diría que en la actualidad son los menos. Otros claramente han aprendido a cobrar su trabajo electoral y militante, votan en la actualidad según la conveniencia y el interés de mantenerse y confirmarse en esa o aquella posición política. Son elegantes para cobrar su voto pero pasan la cuenta igual. Hacen un juego que mide el “como voy en esta”. Otros más rudos y populares han aprendido a cobrar por el trabajo político haciendo propaganda, y en esta suerte el voto es parte de ese pago porque no se puede terminar de una manera tan fatal en la esquizofrenia de vender a un candidato “puerta a puerta” y después en la urna emitir el voto por el candidato o candidata contrario. Otros esperan que el clientelismo del día les diga hacia donde ir en función de cual sea el peso de la mano. Otros finalmente se han abierto a los cambios culturales y ese día llegaran transversales en ideas, “open mind” a escoger al que consideren es “el” o “la mejor”.
Y por cierto uno se cree el cuento de las alas y se tira de un décimo piso, otro ya comienza a vivir el chorreo y el despilfarro del machismo proveedor de trabajos y familia biparental monogámica, otro piensa que junto a otro podrá más, y otro mas los otros, más los mismos, decide en la honestidad simplemente que “está contigo”.
Hay riesgo, hay dolor, hay tensión, hay desgarramiento, hay fragmentación porque en la singularidad y en la intimidad cada ciudadano y ciudadana está tejiendo la consistencia o inconsistencia de su propia historia, la conciencia o inconciencia de su opción y decisión, la incoherencia o coherencia de sus acciones, intereses y puestas en juego. Cada ciudadano y ciudadana esta construyendo la tasación de su libertad, de su propia condición y proyección futura desde el presente, así como las justificaciones, argumentos que buscará tener y validar al decidir si se suma o se resta a ese llamado a ser una voz distinta en derecho, una nación diversa en familias, un país, un gobierno, una comunidad plural en reconciliación.
Entonces y solo entonces resulta que la elección se transforma en un reto y en un riesgo por el solo hecho de haber apostado y haber apostado a ganar. En un desafío y un nuevo reto porque perder querrá decir que nos falta más. Más lucidez, más conciencia, más valor. Mientras que ganar,
¿ganar? Ganar será entonces sentido puro para con lo que hemos hecho, entendimiento, razón, justicia con y ante tanta perdida, con y ante tanto duelo. Por cierto será también un profundo reconocimiento a nuestra capacidad terráquea y telúrica de construir humanidad
. ¡Hasta la victoria siempre!
22 de Noviembre 2.005


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