sábado, marzo 25, 2006

Elecciones en la Utal: ¿Una universidad sin Memoria? Lilian Letelier


La sucesión del Rectorado de la Universidad de Talca ha sido puesta en discusión a partir de la promoción del que ocupara dicho cargo por 15 años hacia el Ministerio de Agricultura. En un contexto anticipado en términos electorales, hay varios temas que serán sancionados en términos del Proyecto Universitario que se quiere mantener y perfilar en desarrollo. También, en términos de cultura laboral, de definición institucional más allá de lo tecnológico, en el ámbito de la administración pública como entidad pública y estatal. En verdad, la rapidez con que se produjo la nominación y lo inesperado de la misma hacia el interior de la pequeña comunidad universitaria han dejado “al rey desnudo”, es decir, “al poder desnudo” en el sentido de mostrarlo en su dimensión institucional y construido históricamente, absolutamente frente al espejo social de la región desde que se funcionaran la Universidad Técnica del Estado y la Universidad de Chile y pasara a ser una Universidad “pública” del consejo de rectores.
Una primera situación especial que merece comentario es sobre quienes tienen derecho a voto. Votan alrededor de 150 profesores y miembros de la planta institucional creada y generada desde la unificación, más aquellos que durante estos 15 años lograron el mismo tipo de contrato y son profesores titulares, una minoría. Profesores instructores no votan. Cargos directivos de Escuela y Decanato con contratos unipersonales por no tener el rango no votan, aunque sean doctores. No votan los administrativos y no hay organizaciones que los representen incluso de manera indirecta. Los profesores a contrata y a honorarios tampoco votan. Y bueno, que los alumnos no voten o participen en términos proporcionales a su pertenencia institucional es un chiste o un detalle o un pelo de la cola. Y en ese tono, el que a lo mejor los nombres de los candidatos a la sucesión no se repitan y se pidiera aplicar el criterio de la paridad de sexo, en el contexto de Talca, Paris y Londres, podría ya ser una demanda catastrófica y casi revolucionaria. Es más, a más de alguno de los honorables miembros de los vicerrectores, secretarios, directores de escuela de aquellos que votan ahora claro, les daría más de un soponcio si alguien osara debatir sus permanencias en sus actuales cargos. En efecto, esta elección los coloca en la incomoda situación de pensar que su cargo no era vitalicio y que al parecer ser eso tendría que transformarse. ¡Que 15 años no es nada como dice el tango! (igual vale sumar los 10, 15 o 17 antes de 1.990)
En verdad y en justicia, un nuevo gobierno universitario tendría que al menos hacer una propuesta mínima de ampliación de la participación y también de la transparencia, aunque curiosamente, fue inserta en una cultura profundamente autoritaria donde “el soplonaje” y la amenaza velada es aún en la actualidad el resorte de control de la información, divisionista en la construcción de los liderazgos, estamental, clasista, y con ausencia de equipos y comunidad universitaria con vida autónoma, que la UTAL se desarrolló y se despliega en el 2.005, como una poderosa construcción en términos de obras e infraestructura. Por cierto todo un éxito en términos de manejo financiero.
En honor a la verdad, a A. Rojas y A. Sánchez se les conocen y reconocen muchos méritos. Sobretodo en la construcción de la Pinacoteca como acervo cultural y patrimonio también de Talca. Hay un cierto consenso en la opinión pública nacional, en reconocer que en la administración de las inversiones y en conducir el proceso de racionalización durante y desde el gobierno de A. Pinochet hacia la transición y la democracia se hizo un espléndido trabajo. Deja una universidad universitaria instalada, con baja deuda institucional estatal que hay que cuidar y administrar bien, deja inversiones en el ámbito de la infraestructura potentes. El Campus Lircay es un lugar al cual es agradable llegar, limpia la vista, abre espacios y horizontes. Hay vida cultural: hay películas, de vez en cuando hay un obra de teatro, hay muestras, exposiciones, ferias… ¡Pero tiene poca vida académica y comunitaria la Universidad! No hay grandes conversaciones. Los trabajadores andan por un lado, la compleja red de contratos laborales hacia los profesores no les permite hacer vida universitaria, y los estudiantes no tienen aún la impronta de sentirse insertos en el desarrollo del país, de la región y con más ciudadanía. No tienen la cultura de la responsabilidad social y de servicio público. Muchos más se podría hablar del famoso plan de reforma curricular puesto en marcha este año y de las cuantiosas sumas de dinero que hay en juego, aunque poco se ve en las formas de contratación laboral y en la generación de empleos estables aunque se trate de dineros del Estado.
Mucho paño por cortar para Cinco candidatos que aspiran al trono y todos forman parte del conspicuo grupo de los 150 que votan. Las dos primeras mayorías pasaran a una segunda vuelta que zanjara definitivamente con una votación quien será el rector. Y un detalle más, aunque la universidad es pública, no hay allí una definición política de los candidatos, ni pareciera ser que interesa reconstituir “memoria” en relación con su trayectoria como ciudadanos, mal que les pese, de un servicio público. Algo pasa: El tupido velo de la amnesia hace que la obra institucional de estos 15 años borre y no pregunte por el pasado. Y casi como efecto traumático, se ocultan rostros que es otra forma de decir que hay candidatos que se maquillan de demócratas en esa suerte de todavía omnipresente operación transformista.

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