domingo, julio 09, 2006

Es el turno de los resultados

Lilian Letelier

Hay algunos detalles del comportamiento o de la personalidad de algunos actores políticos del mandarinato que generalmente son “lateros” y poco “prolíficos”. Me refiero a la soberbia, la pachorra, la pedantería, más que la agresividad, es la prepotencia al hablar o exponer ante los medios de comunicación. Actúan como para dejar la impresión que han hablado en estado de gracia o directamente desde el mundo de los dioses inmortales, cuando en verdad lo que les falta, es bastante camino por recorrer, al menos para no ser olvidado por los mortales de su siglo: contemporáneos y coetáneos.
En efecto, en los últimos días y producto de la bajada de la popularidad del gobierno y de la Presidenta Michelle Bachelet en la encuesta realizada por Adimark, no han faltado los locuaces que por cierto rápidamente declararon “muerta” a la ciudadanía que es la que según los estudios de opinión, y por fuera de los partidos políticos, la escogió y la apoyo en su camino a La Moneda. No existe dicen ahora, y parece que nunca existió ni nunca existirá.
O sea, los 10,3 puntos porcentuales de baja, que la posicionan con un 44.2% de aprobación son Objetos Voladores No identificados ni identificables (OVNIS) a la mente pragmática cuando no se está en periodo eleccionario. Lo mismo vale para los Partidos Políticos o más bien, para las cúpulas partidarias de la Concertación. Estos resultados o de cómo se explican no interesa por lo mismo, aunque la desaprobación se concentra en mujeres de 36 a 55 años: edad que incluye a la presidenta, y el nivel de rechazo o desaprobación a la gestión presidencial alcanza en junio al 34.8%, con un alza significativa respecto al 20.9% observado en mayo. Total, vienen dos años en que no hay votaciones de por medio. Y ese 10% de independientes tan necesario y “útil” es recuperable con cálculo político en una campaña electoral con buen marketing. Y tratándose de una candidata mujer, además con harta perla cultivada en torno al cuello y con su infaltable par de aretes del mismo tipo para no perder el “estilo”. Es cuestión de mecánica y de conocer los gustos del “pueblo” o “ciudadanía”.
Otros más cautelosos en cambio, más sabios y por cierto más prudentes comenzaron a buscar la ciudadanía ontológica y epistemológicamente. Ontológicamente se preguntan: ¿si la ciudadanía es el pueblo, la sociedad civil o la población muestral que determina una investigación de opinión pública? Epistemológicamente señalan que si existe, entonces ¿Cómo se exterioriza?, ¿como se conoce?, ¿como se manifiesta y en que condiciones se puede saber de ella? ¿Si es que existe algún modelo que permita identificarla con mayor o menor presencia?
La verdad es que en buen chileno y dejándose de payasadas y fanfarronerías cuando los estudiantes secundarios estuvieron en la calle y en las tomas para todos los chilenos y chilenas era obvio o si se prefiere evidente que la ciudadanía estaba precisamente “ahí” demandando y ejerciendo derechos. Cuando los padres de los mismos estudiantes, fueron a los liceos a apoyarlos a nadie se le ocurrió decir esto es responsabilidad del Ex ministro de Educación así que vayan a pasarle la cuenta a él. Tampoco se cuestionó el carácter ciudadano de las demandas ni se dijo que los padres y apoderados eran la nada ni la cosa ninguna en materia de sujeto político. Menos aún se dijo de los profesores. Para que hablar de los Medios de Comunicación. Había que apagar la efervescencia social justa de la ciudadanía y todos fueron necesarios.
Y el punto en cuestión entonces es que para la ciudadanía hay materias o asuntos públicos cada vez más trasversales como la violencia urbana y doméstica por ejemplo. Por estos días, cuando los automovilistas en Santiago, el gay power parade, los neo nazis, los delincuentes, los camioneros, se toman lo que venga y lo que quede de las viviendas sociales pasado los temporales, no es banal ni antojadizo preguntarse al menos ¿Qué cohesiona a la ciudadanía que permite que emerja con fuerza por fuera de la mano invisible del mercado? ¿Cuál es el lugar urbano de los movimientos sociales? Y no estamos hablando de restituir las categorías que usáramos en los 80 cuando no existía democracia, porque se trata precisamente de su emergencia en un contexto de profundización de derechos humanos.

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