viernes, noviembre 03, 2006

La Pitutocracia: un Desencanto ¿Moderno, Posmoderno, Hipermoderno?

Las redes que operan para definir y delimitar la selección de los funcionarios publicos no va a resolverse con una ley en Chile. Tampoco los llamados concursos públicos como "señal de transparencia".

Es un desencanto de los procesos de modernización. Si. Institucionalización tardía. Si. ¿Y?

No se llame a engaño. El tráfico de influencias, la circulación de información que desde los partidos políticos y sus respectivos mandatarios se hace hacia el ejecutivo para la designación de cargos no es de solución fácil.
Tampoco la tiene la presión económica sobre el cuerpo legislativo lo que se llama clásicamente como “lobby”. Menos aún se resolverá la afanosa cuestión del uso de información privilegiada en los negocios y el dinero en las campañas políticas; así como la entrada en vigencia de un nuevo trabajo para el cual no se requiere título universitario, aunque saber leer, contar, restar y escribir es clave. Se refiere al oficio de “operador político” que en buen chileno es aquella persona dedicada a hacerle caja (financiera) de manera leal y subordinada al líder local, regional que por cierto tiene un caudal electoral nada despreciable.
Estas son prácticas tan viejas como la política y el hilo negro. Es cierto que se ha remozado como producto del marketing político y la especialización de los medios de comunicación de masas en esta modernidad. Pero no se acabarán del todo porque entre otro orden de cosas el Estado de Chile es un país de 15 millones de habitantes. En regiones y comunas las elites políticas, económicas y profesionales se conocen. La burguesía ha desarrollado instrumento también de auto clasificación. Hay ordenamientos de familias parentales, por asociaciones políticas, militares, religiosas y filosóficas (católicas, masónicas, budistas) y por cierto de linajes sociales que tienen antecedencias y consecuencias, incluso en la distribución de los padrinazgos.
Se ha comentado en la opinión pública las nuevas formas de discriminación, pero al punto que aunque suene rancio son interrogantes: ¿Podríamos afirmar que de aquí a 10 años tendremos de Presidente de la República a un obrero, o a un representante de los pueblos primigenios escogidos cualquiera de ellos por votación o sufragio?, ¿Podrán ser Rectores de Universidades? ¿O Sub-secretario de Chile Deportes, o ¿Contraloras General de la República? ¿O diplomático/a? ¿Director de alguna de las empresas del estado como Codelco? O ¿de las que eran del Estado y se privatizaron en tiempos del General?
Ninguna de estas alternativas son pensables que ocurran en Chile. Y eso tiene algo desencanto de la democracia asociado a la modernización, a los procesos de institucionalización, incluido robo de jarrones. Entonces, ¿a que viene eso de rasgar vestiduras si sabemos que la democracia no alcanza para tanto?
La actual elite va a continuar siendo la misma. Se abrió un poco con los pingüinos, pero se cerró de nuevo. Seguirá la misma elite en el poder, casándose entre sí, estudiando en los mismos colegios “picho caluga” y repartiéndose en la metrópoli: la República. Los que tienen que esperar por un contrato de trabajo en el Servicio Público o en la empresa privada seguirán mandando curricula que serán presentadas en ternas, y cuya definición pasara por el llamado telefónico del Senador, del Diputado, dueño o director de empresa, “poderes fácticos” que al fin de cuentas tutelan al candidato o candidata más parecido a lo que necesitan para mantenerse en el poder y/o ayudarlos a escalar algunos peldaños más. Hay que asegurarse el uso posidetis del que tiene mantiene hasta que pueda existir jubilación que en algunos casos se obtiene luego de dos periodos de re elección popular
Así las cosas no interesa que el balón de fútbol circule, sino, más bien interesa que llegue justo al tiempo de cada elección, de la mano y fotografía incluida de las “candidatas y candidatos” de la región, cuando no, de la nación.
Mientras, la propuesta de subir al menos los requisitos de incorporación a cargos de gobierno es una buena idea. Exigir preparación, manejo de tecnología y habilidades comunicacionales así como responsabilidad ciudadana es una forma de hacerse cargo de la accesibilidad a la educación superior que se ha dado en el Chile de los últimos 15 años. Y allí hay democratización.


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