sábado, diciembre 30, 2006

Soy demócrata, plutócrata, burócrata… hipócrita y oligarca

Los fuegos cruzados por estrechez de mente y falta de oxigenación de las neuronas de la elite política principalmente de la concertación han marcado estos días, y por cierto se vino a la memoria una canción que popularizara Ángel Parra padre, hijo de la Violeta por allá por los 60-70 decía: soy demócrata, plutócrata, hipócrita…se agrega a los tiempos: burócrata y oligarca.
En efecto, pareciera ser que la capacidad de tener “altura de miras” que es lo que tradicionalmente se le exige a la derecha por ser la perdedora electoral durante estos 16 años, es al menos un valor ético que si poseen, dado que no se le reconoce la posesión de otros en esta suerte de empate en el uso de dineros públicos para campañas políticas en el pasado y en el presente. Y por cierto, todo ello, dada la incapacidad del oficialismo para mirarse a si mismo con precisamente “altura de miras”, reconocerse en sus interlocutores y salir con propuestas serias de tal pantano.
En este país intelectualmente chato, en vez de agradecer las declaraciones que sobre la historia reciente están haciendo personeros políticos como Jorge Schaulsohn, Gonzalo Martner y Edgardo Boeninger, en vez de tomarlas como un desafío, como una posibilidad de profundizar en derecho la democracia que hemos construido con tanto esfuerzo, lo mejor resulta ser construir una defensa discursiva sobre la máscara que incluye la hoguera y la satanización. Es decir, echándose más plata encima, más estuco. Pareciera ser que algunos, por cierto los menos, piensan que colocando la basura debajo de la alfombra se puede obtener mejores dividendos, sin embargo, lo que se observa en la opinión pública es que con distintos matices el tema de la “corruptela” ya se instaló como situación de crisis, y compleja en el cuarto gobierno de la Concertación; y la Presidenta tendrá que realizar un trabajo muy cuidadoso en lo que queda de su mandato si efectivamente no quiere dejar secuelas de nepotismo oligárquico y a estas alturas plutocrático, de redes y circuitos de funcionarios que ella misma ha debido trasladar y alimentar de algún modo hasta ahora a su gobierno.
Es cierto que no se puede poner en duda la legitimidad de la elección de la presidenta, así como la elección de los actuales senadores y diputados de la república, en eso, evidentemente que la derecha actúo con el tejo pasado. Sin embargo, y solamente como señal de que el tema de la corruptela vino para “ciudadanizarse” es curioso como el propio ex presidente Aylwin en entrevista al diario El Mercurio del domingo cita a su propio yerno como el encargado de definir este tipo de situaciones financieras durante su periodo, se refiere a Carlos Bascuñan, y en otros diarios se hace mención a Enrique Correa, su ex ministro.
En efecto, lo que comienza a quedar claro es que el modo de operar implica que la máxima autoridad no sepa, porque por cierto un presidente no puede hacer el trabajo de la cocina. El modus operandi supone entonces colocar a alguien de la “familia” y de confianza para que regle y administre aquellos “bajos” usos del dinero. De ahí ¿debemos entender entonces que durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle continuo el nepotismo y demasíes que se le enrostrara a Ricardo Lagos Escobar para el manejo financiero de los gastos reservados, los fondos para asignación directa, los gastos de campaña y la participación en empresas del Estado? Sin considerar aún los efectos del lobby en ambas cámaras.
Mientras J. Schaulsohn a través de una carta al Tribunal Supremo del PPD insiste en ir al detalle en relación con los primeros elementos de “corruptela” que emergieron con las indemnizaciones a directores de empresas del estado, entre los cuales estaba también Correos de Chile, etc. Y suma y sigue con la historia del jarrón de Corfo, MOP gate, Inverlink, etc.
En verdad, si todo lo anterior, designa un modo de comprensión y significación de la lealtad como el plus de un imperativo categórico moral propio a una cultura moderna y democrática que se instala y se construye para la vida ciudadana por sobre la dimensión de probidad, y donde por cierto se mezcla la forma de construir y hacer el poder político con ribetes patronales, propios a la organización hacendal, del sistema de inquilinaje y feudal, es más que justo, es razonable, solicitarle a la actual mandataria que precisamente, y aunque no le guste, entre a la cocina porque sería nefasto para el país, para las chilenas que votamos por ella, volver a encontrarnos con prácticas típicas de los film del Padrino en sus versiones I, II y III.
La única persona que tiene las riendas para controlar, proponer y zanjar esta situación es la actual mandataria porque es la única que aparece ante la opinión pública como limpia de esa historia “oficial concertacionista”. Por lo mismo, ojala ella pueda definitivamente cortar con este asunto que no da para ser sometido ni dejado a la confianza del inquilino sobretodo cuando se trata de parientes y de formas perversas de comprender la lealtad.
En este contexto, iniciamos el año nuevo bajo el dilema lealtad versus probidad en una cultura política democrática que necesita que la máxima autoridad de la nación tome la sartén por el mango y en la cocina.






No hay comentarios.: