martes, enero 30, 2007

La niña gigante y el Rinoceronte

Si, fue un acierto traer a la niña gigante y al rinoceronte. El asombro, la imaginación y la fabulación se abrieron espacio por las calles de la ciudad y a través de los diferentes canales de la televisión nacional contactaron a todos y todas las chilenas. Alguien dijo que se trataba de una fiesta ciudadana y tiene más que sentido. Tiene interpelación.
Sorprende la forma como apareció la gente para acompañar a esta niña gigante en su paseo por Santiago Centro porque ya no podemos decir que somos apáticos. Sorprende como ella hizo soltar la imaginación, la capacidad de interpretar, de fantasear, de significar las instalaciones previas con los buses amarillos que pronto quedaran obsoletos y las huellas del animal. Sorprende como realizamos el seguimiento de la historia con la caza del rinoceronte incluido, y las respectivas donaciones de sentido que fuimos haciendo para ir haciendo coherente una historia que también nos inundaba y nos permitía conocer nuestro propio imaginario a la vez que recuperar nuestra capacidad de asombro, nuestros propios miedos, nuestras propias miserias.
A la ciudadanía de las regiones, que no está ni ahí con el cuarto de hora que los noticieros centrales televisados a la hora 21.00, y desde hace quince días lo entregan a cubrir el tema del transantiago, observar: primero los buses dados vuelta en plena avenida nos hizo sacar a brillar nuestra mente catastrofista y chaquetera. Poco faltó para ver los incendios provocados por molotov y activistas de los transportes protestando en contra del gobierno. Le estaban pifiando el paño al gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet otra vez, ¡que preocupación! Otros sin embargo armaron accidentes automovilísticos con muertes por doquier dado el estresado mundo urbano, llamaron por teléfono, dieron avisos errados, en fin, caímos en la trampa.
Fueron interesantes, cómicas, populares y folklóricas las interpretaciones que fuimos inventando. En efecto, todo eso y mucho más sacó a pasear la pequeña gigante.
Para que hablar del rinoceronte, que nos mostró nuestra rabia. Esa que tenemos contenida y que paseó también su locura por las calles cotidianas del trabajo de tantos y tantas. Aparentemente no le prestamos mucha atención al rinoceronte y a lo que simbolizaba porque preferimos tal vez concentrarnos en la ternura de la infancia. Una vez enjaulada esa furia, simplemente la observamos tras las rejas y hubo compasión para ella.
Pero hay más, por a lo menos durante dos días se silenciaron los políticos con sus enjuagues y peleas de perros viejos y vinagres. Se acabaron las corrupciones, al menos las detuvimos en un entre paréntesis para lavarnos colectivamente de esa ingenuidad, creatividad y sonrisa que caracteriza una infancia no dañada. En verdad, incluso no faltó el que desde este lugar político, sin entender mucho el objetivo de un producto teatral, cultural, y callejero, sacara también a pasear su propio loco o loca de resentimiento social advirtiendo que mejor sería haber gastado el dinero en obras sociales. Hasta ese comentario tenía cabida. En verdad, ojala cada quién chileno o chilena haya podido limpiar y espejear su alma porque estas oportunidades son en verdad únicas en la vida personal y nacional.
Seres inventados y transportados así, permiten en su recorrido sacar a pasear nuestros propios fantasmas, así como destapar nuestros temores, miedos y llevárselos con sus partidas.
Gracias pequeña gigante por venir a Chile. Es un lujo real haberte visto. Por estos días los chilenos y chilenas pueden pensar que la política cultural de los gobiernos de la concertación evidentemente ha tenido un sello de distinción que marca la participación y la renovación de los sentimientos hacia la creatividad y hacia la sanación de todos y todas. Puestas en escenas como estas, donde el pueblo y la ciudadanía libremente pueden tomarse las calles con sus hijos e hijas, de manera gratuita para disfrutar, para gozar, son claramente hechos que modifican nuestros hábitos, nuestros comportamientos y nuestra educación cívica.

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